Opinión

De los amores de a mentiras…

Por Liz Mariana Bravo


Los témpanos que tengo por pies esta noche me impiden dormir. Salto de la cama hasta la cocina para prepararme un “vin chaud”. Cada sorbo del tinto especiado es como fuego corriendo por mis venas que, sumado a la madrugada y Bonamassa a todo volumen, se apoderan de mí…

Pienso, pienso, pienso… ¡Ah! Por mucho los últimos meses no han sido los mejores de mi vida, pero mi terapeuta dice que de todo hay que aprender y de nada hay que quejarse… Me enfoco en ello, o lo intento, y en ese afán, sin darme cuenta, enero se me escapó entre los dedos y febrero está por esfumarse… Siento que apenas ayer dejé a medias el “Y Mariana” de los reyes magos y ya se nos llegó el 14, que es el pretexto perfecto para decirle a quienes amas que les traes prendados del corazón y de la mente, pero que al mismo tiempo se ha vuelto una fecha comercial y, en gran medida, banal.

En estos días en los que, a la menor falla nos deshacemos del microondas, televisión o lap top, porque resulta más económico y conveniente comprar algo nuevo que mandar a reparar lo que ya tenemos; en los que todo en la vida parece desechable, las relaciones personales no son la excepción…

Enfocada en descubrir en mi tinto el sabor del cardamomo, anís, naranja, canela y clavo, en cada trago se recrean escenas en mi mente: la etiqueta en el sofá de unos jeans de talla extraña, los cepillos de dientes que aparecen y desaparecen como con magia, las ligas del cabello y gorra de ducha de quien juran que hace mucho desapareció del mapa; explicaciones no pedidas del por qué hay dos toallas colgadas en el baño, cómo apareció desmaquillante en el tocador, por qué hay en la ducha un gel que retarda el nacimiento del vello, cómo mamá olvidó su anillo de “infinito” sobre el librero -aunque en realidad a ella no le quede ni en el meñique-, o la causa de que a la abuelita muerta le recetaran aquel lubricante vaginal que, sorpresivamente, apareció en el buró…

Como en comedia, los personajes danzan en mi cabeza con propuestas de amor azucarado, con peticiones expresas de tejer historias clandestinas o discretas, con encuentros a elegir ya sea los martes, los jueves, una vez al mes, o en sitios minuciosamente seleccionados para que no se nos junten los corazones…

Como en zootropo, los rostros, nombres y frases giran a toda velocidad… “me dejó por alguien 20 años más joven”, “me busca todos los días, pero tiene novia”, “lo encontré con la nana de mi hijo”, “comenzó llegando tarde hasta que un día no volvió más”, “cada que se emborracha se le resbala a mi hermano”, “siento que sigue amando a su ex”, “la atrapé besándose con mi comadre”, “encontré unas fotos que preferiría no haber visto nunca”, “no tengo idea quién es el papá”, “algunas veces me ha pegado, pero no es siempre, sólo cuando toma de más”, “tiene hijos con otras tres mujeres y me enteré porque los metió a la misma escuela que a mi niña”, “me amenazó con llevarse a mis hijos para siempre”, “se metió con alguien más y me contagió…”, “me puso el cuerno con mi mejor amiga”, “es el más tierno y amoroso conmigo, pero anda con otra y jura que no me doy cuenta”, “se fue y me dejó solo con los niños”, “me dijo que todavía viven en la misma casa, pero duermen en habitaciones separadas”, “tenemos 23 años de casados, pero los últimos 15 ni siquiera me ha volteado a ver”, “sólo seguimos juntos por los niños”, “mientras me de dinero, no me importa que ande con quien quiera”, “le pago lo que quiera con tal que no me esté molestando”, “me encantaba que mi novio fuera un encanto con mi mamá, hasta que descubrí la verdadera causa de sus atenciones”…

Historias, todas, como sacadas de una telenovela del dos, de un reality show, del programa de Laura Bosso, o de Rocío Sánchez Azuara. Aparentemente tan ajenas, pero al mismo tiempo tan propias y verdaderas, pues lo que no me ha pasado a mí, le ha ocurrido a mis vecinos, amigos, compañeros de oficina o de la vida… a todos y a ninguno. Imágenes como sacadas de una película que ya hemos visto, protagonizado y que siempre resulta peor pesadilla que Chucky, IT y destino final juntas.

Relaciones descafeinadas, deslactosadas y descerebradas… faltas de compromiso, de respeto, amor y reciprocidad… relaciones que inician en la cama, sin darse el tiempo para conocerse, comunicarse y aprender a quererse…

Relaciones desechables, de a mentiras y plagadas de éstas, que hay que afianzar comprando grandes regalos y diez tarjetas para repartir el 14 de febrero con el bonito mensaje: “para el único y gran amor de mi vida”.

Con la misma velocidad que los amores en fuga, mi bebida se evaporó, el calor se apropió de mi cuerpo, y las preguntas danzan sin parar en mi mente: ¿Qué nos pasó, que hasta el amor lo hemos vuelto desechable?, ¿Qué nos pasó, que preferimos vivir historias de a mentiras?, ¿Qué nos pasó, que nos hemos olvidado de amar, de construir, de entregarnos, respetarnos, valorar y luchar por los amores de verdad?

¿Qué nos pasó como sociedad y como humanidad…?, ¿Qué nos pasó…?