Opinión

La otra cara de la moneda

Por Ramón de la Peña


Me ha tocado escuchar y leer en muchos foros, conferencias, periódicos y revistas, una crítica severa al actuar de nuestras autoridades municipales, estatales y federales. Críticas para presidentes municipales, gobernadores, legisladores locales y nacionales y la Presidencia de la República.

Lo que se escucha o se lee lo podemos resumir en que tenemos un mal Alcalde, Gobernador, Presidente, funcionario o legislador. Se nos dice que si salimos de la casa y transitamos por la ciudad tememos ser asaltados, secuestrados o lastimados; que las calles están llenas de baches y basura; que la policía, en vez de cuidar, descuida la vigilancia o es cómplice de bandas organizadas; que está muy escasa la inversión nacional o extranjera; que nuestras ciudades están contaminadas, de las aguas mejor ni hablamos.

Se nos dice que el rezago económico y social no sólo continúa sino que cada día se hace más grave; que nuestros resultados educativos nos sitúan en el penúltimo lugar en la evaluación internacional; que el rezago educativo continúa creciendo; y así nos ponen más temas relacionados con la agricultura, el desarrollo cultural, el medio ambiente, la competitividad, la investigación y el desarrollo tecnológico, las relaciones internacionales, la generación de energía, la administración pública, los servicios de salud y los estilos y modos de los servidores públicos.

Aunque mucho de lo anterior es verdad y podríamos seguir añadiendo otros temas adicionales, eso es sólo una de las caras de la moneda: la relacionada con los servidores públicos. En la otra cara de la moneda estamos nosotros, los ciudadanos de este país.

Así, siguiendo con la línea del párrafo anterior, podríamos decir: tenemos un mal ciudadano si no motiva, conduce, y manda a sus hijos a la escuela que está en su comunidad para que sus hijos se eduquen; si no se prepara para ser un mejor empleado, jefe o empresario; si no respeta las normas, leyes y reglamentos que hemos aceptado como las normas y leyes de buen comportamiento de un buen ciudadano.

Somos malos ciudadanos si no pagamos nuestros impuestos; si no respetamos el derecho de los demás, los de nuestra pareja, de nuestros hijos, de nuestros empleados, de nuestros alumnos, de nuestros profesores, de nuestros amigos; si no respetamos nuestra ciudad y tiramos nuestra basura por las calles o los desechos de nuestra industria los tiramos o quemamos "por ahí" o los enterramos en el subsuelo; si nos dedicamos a asaltar, secuestrar o a producir, vender, transportar o distribuir estupefacientes; y así podríamos continuar poniendo más temas que podrían describir lo que tenemos que evitar para ser un "buen mexicano".