Opinión

Pinceladas de amor en la naturaleza

Por Ivonne Moreno


Plástica de Gonzalo Calvo en el Club de Leones de Veracruz 
Cuan acostumbrados estamos en el terreno plástico a asociar los conceptos a los “ismos”. Casi todo va de la mano con estilos o corrientes empalmadas con las perspectivas de otros tiempos. Nos resulta cómodo y fácil de explicar cuando nos piden nuestra opinión en referencia a una realización estética. A veces, la apreciación es encasillada, otras meras especulaciones,   pues     quien es autor de una acuarela, óleo, grabado, técnica mixta e incluso hasta instalaciones, miente para ponernos trampas a nosotros como espectadores.
De este modo nos pasa con Pinceladas Amor a la Naturaleza de la autoría de Gonzalo Calvo, médico acostumbrado a la cura del cuerpo y hoy asomado al alivio del alma, con su obra: Pinceladas de amor a la Naturaleza, pues al detener la mirada en los tonos pasteles y pinceladas prolongadas a pátina de color, nos recuerda a Renoir, Monet y a mujeres pintoras pertenecientes al impresionismo como Berthe Morisot y Mary Cassatt, pero al mismo tiempo, a los devaneos del pintor, a cierta inclinación a lo privado.
Encontrarnos con una temática análoga a la de los pintores señalados nos lleva a varias conclusiones:
Una, la influencia de los maestros del siglo XIX e iconoclastas del estilo, se prolonga, en los plásticos de nuestros días, tendientes a la exquisitez hacia la intimidad y al disfrute los pequeños placeres de la vida.
Dos, es difícil no caer en la tentación de emular a los grandes pinceles de la admirada Francia.
Tres, hay una atracción por reivindicar los espacios verdes, como jardines, parques y el mar como tributos del hombre a su entorno.
En días de violencia, ira, vacuidad y comunicación altisonante interpersonal, como acontece en nuestra sociedad, las tonalidades rosa, azul, lilas y blancos en el discurso de este pintor, nos acercan a la languidez de la luz del día, a la usanza de IMPRESIÓN, como el óleo de Monet, cuyo contenido da el nombre a este movimiento, definiendo a Gonzalo Calvo, como persona ecuánime ante ciertas vicisitudes de la vida.
Gonzalo brinda así una cita con la naturaleza, sitio donde la mujer usará su parasol, para cubrirse de los rubores del calor y de las sensaciones del grato placer causado por el roce de la brisa en su rostro y en su cuerpo.
La pintura es esparcimiento para Gonzalo Calvo, remanso de sombras verdes en aconteceres aciagos, donde los espíritus inconformes como el suyo, el mío y el de ustedes, puede encapsular a lo luminoso en minutos de plenitud.