Opinión

Cómo han pasado los años… desde KFK hasta hoy

Por Ricardo Homs


La conmemoración de los 50 años del asesinato de John F. Kennedy nos pone frente a la evidencia de que el mundo ha cambiado tan radicalmente, que si él fuese un político contemporáneo hubiese sido tan vulnerable, que lo habrían destruido en las redes sociales dando a conocer sus debilidades e imprudencias. Por tanto, sus enemigos no hubiesen necesitado asesinarlo para sacarlo de la escena política.
La diferencia entre ser querido, admirado y convertirse en un mito, -o que lo hubiesen sacado de la presidencia obligándolo a pedir perdón al país que lo llevó a tan alto cargo-, es la posibilidad de que la información circule libremente como hoy día, evitando que haya intocables.
Es más, JFK representaba a la élite política y aristocrática norteamericana, -corrupta-, a la que la sociedad norteamericana le dio la espalda al decidirse por el presidente Obama en las urnas electorales, dejando de lado a Hillary Clinton en las primarias dentro del partido y a Mc Cain en la elección abierta.
Es información que circula abiertamente hoy, -y seguramente se ocultaba en la época dorada de los Kennedy-, que la fortuna familiar la hizo su padre contrabandeando licor en la época de la “ley seca”, cuando se restringió el consumo de esas bebidas por razones moralistas, en el periodo comprendido entre enero de 1920 y diciembre de 1933.
Mucho se ha hablado en los últimos años de la afición de JFK por las mujeres, -con información aparentemente fidedigna y con nombres-, que para la sociedad “victoriana”, -como podríamos denominar a la norteamericana de los años sesenta-, hubiese generado un shock si la información hubiera circulado oportunamente.
Como ejemplo de este cambio de contexto tenemos el caso del gobernador de nueva York Eliot Spitzer, quien en 2008 tuvo que renunciar a su cargo por un escándalo de “faldas” magnificado en las redes sociales.
Sin embargo, en el contexto político debemos reconocer que KFK representa el inicio de la era contemporánea en las campañas electorales, donde la imagen personal que el candidato proyecta es determinante para decidir el voto.
En los estudios académicos de marketing político se reconoce a su campaña como innovadora e iniciadora de la era mediática en la política, pues se considera determinante para su triunfo el impacto que tuvo en el electorado su imagen fresca, proyectada a través de la pantalla de televisión, contrastando así a la apariencia ruda proyectada por un político tan experimentado como lo era Richard Nixon, que años después llegaría a la presidencia de ese país y saliera de ella en medio del escándalo denominado Watergate.
Definitivamente sólo cuando hay opacidad y contubernio entre la prensa y los gobiernos se puede manipular favorablemente la imagen de los gobernantes, ocultando su lado oscuro como sucedió hasta antes del desarrollo del Internet.
Sin embargo, con el surgimiento de las redes sociales se inició el empoderamiento de la sociedad civil y la posibilidad de que ésta sancione las conductas que ofenden a la ciudadanía o le defraudan, así como la corrupción.
En estos últimos cincuenta años el mundo ha cambiado más que lo que evolucionaba cada milenio.