Opinión

El gran poder de la intención

Por Ramón de la Peña


Les comparto un mensaje que escribí hace tiempo en la celebración del 400 aniversario de Monterrey: Cuando leí el libro de Wayne W. Dyer, “El poder de la Intención” recordé el mensaje que nos dejo Esopo en su fábula de la lechera, cuando aquella mujer decidió ir al pueblo a vender un cántaro lleno de leche y que al ir hacía el pueblo se iba diciendo: “Con lo que saque por vender la leche me compraré unas gallinas, a las cuales cuidare para que me den muchos huevos, los cuales empollaré para tener muchos pollos, ya grandes los venderé y con ese dinero me comprare una vaca, a la cual cruzare apropiadamente para que me muchos becerros. Venderé los becerros y con ese dinero me comprare una casa y teniendo la casa de seguro me sale marido”

Como ve estimado lector el sueño de la lechera era: “Tener marido” pero no solo lo soñaba sino que había diseñado una escalera de acciones para lograr que su sueño de tener un marido se volviese una realidad.

Me toco participar en la definición de un bonito sueño para Monterrey patrocinado por CEMEX y Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma titulado “Monterrey 2020”, en el cual se quería definir la visión futura para nuestra área metropolitana en su 400 aniversario. Participó un buen número de personas, quienes, a través de un proceso de planeación, concluimos que queríamos que Monterrey fuese (Imagine esto para su estado y nuestro país): “Líder en la Industria y los Servicios de Alta Tecnología, Que fuese una ciudad que ofrece alta calidad de vida a sus habitantes, con un ambiente donde se respetan y fortalecen los valores humanos trascendentes, y donde hay las condiciones propicias para que cada persona y cada organización logre su superación constante.” Como ve estimado lector, un excelente sueño, una gran meta.

Para lograr lo anterior nos propusimos tener un Sistema educativo de vanguardia; Con una cultura de calidad y productividad de clase mundial; Con un sistema político honesto y eficiente, promotor de la industria y servicios; Con una fuerte base tecnológica empresarial; Con una cultura empresarial moderna y dinámica; Con una infraestructura de comunicaciones de primer mundo; Con una infraestructura legal que propicie y proteja el desarrollo; Con mejores relaciones con la federación; Con una sociedad participativa y crítica; Con contacto y apertura con el resto del mundo; Con una cultura definida y apegada a los valores del regiomontano; Con un desarrollo urbano de la ciudad que propicie el desarrollo integral de sus habitantes; Con un medio ambiente físico que satisface las necesidades de los regiomontanos y se conserva para las generaciones futuras; Con una mayor participación y liderazgo a nivel nacional; Con un gran apoyo al desarrollo estatal y regional; Con servicios públicos eficientes y con servicios financieros de clase mundial. Al final del documento se mencionaban y listaban programas y proyectos para lograr todos esos buenos deseos en nuestra ciudad.

¿Qué paso con ese gran sueño?, me temo que le pasó lo que a muchos planes en nuestro país: Se publicó, se hicieron discursos al respecto, se añejó y se guardó en el viejo arcón de los recuerdos. ¿Qué nos falto?: En todo proceso de cambio se requiere que el jefe de la organización tenga la intención de aterrizar ese sueño en acciones concretas para lograr el cambio deseado; Pues sin “El poder de la intención” los sueños, visiones y grandes metas en sueños se quedan si no tenemos ese deseo, esa determinación de actuar, de transitar, de lograr nuestro sueño, nuestra visión, nuestra gran meta.