Opinión

El granjero y su vaca

Por Ricardo Homs


Cualquier granjero sabe que la calidad de la leche que dan sus vacas depende de la alimentación y cuidado que se tenga con ellas. También el granjero está consciente de que lo que ellas producen sustenta la calidad de vida de su familia.

Ahora imaginemos que el granjero es el gobierno y todo el sector productivo del país es la vaca.

Esto quiere decir que de lo que genera con su esfuerzo y trabajo todo el sector productivo, o sea los pequeños emprendedores y microempresarios, como son aquellos que tienen una pequeña tiendita, un taller mecánico, una fondita, una pequeña granja, así como otras tantas actividades productivas, se generan los impuestos que mantienen al gobierno, tanto los salarios de los funcionarios, como el dinero para los programas sociales que se dirigen al bienestar de la población vulnerable, así como familias, gente de la tercera edad y estudiantes.

Si no se da prioridad a la protección de los micro y pequeños empresarios, que tradicionalmente han generado el 70% de los empleos en el país, estos no sobrevivirán esta crisis económica y no podrán mantener a sus trabajadores, ni generarán los impuestos que hoy son el sustento del dinero que reciben todos los beneficiarios de los programas sociales del gobierno.

Sin embargo, el desinterés gubernamental respecto a los graves problemas de sobrevivencia de este sector puede tener devastadoras consecuencias para el país.

Hay que evitar que la vaca muera de hambre, pues si no, ¿de dónde saldrá la leche?

La extinción de fideicomisos parece ser una clara evidencia de la necesidad que tiene el gobierno de buscar dinero que compense la merma de los ingresos fiscales, lo cual se ve venir a partir de la afectación a la infraestructura productiva del país, sobre todo por la inminente quiebra de las empresas más vulnerables, que generalmente son las pequeñas y micronegocios.

Esto tiene dos perspectivas de análisis o enfoque: el práctico que se refiere a la necesidad de apalancar y proteger a quien genera los recursos económicos que necesita el país y por otra parte la perspectiva ética y moral.

¿Con quién tiene más compromiso el gobierno federal?... Con quien a través de impuestos aporta los recursos que le garantizan su estabilidad, o con quien tradicionalmente sólo extiende la mano para recibir los apoyos de la seguridad social.

El sentido común nos dice que quien paga impuestos merece que le sea retribuido su esfuerzo cuando enfrenta una crisis que pone en riesgo su sobrevivencia.

Vienen tiempos críticos en los cuales, rebasada o controlada la crisis sanitaria, se empezarán a manifestar los efectos negativos en la economía.

Los argumentos ideológicos y las rivalidades políticas debiesen pasar a segundo plano frente a la crisis financiera que se nos viene encima.

La fobia al neoliberalismo es la etiqueta que justifica todas las barbaridades que hoy se cometen. Seguramente por este argumento fue que Hugo Ramírez Gatell desdeñó el ofrecimiento de ayuda que le hicieran seis exsecretarios de salud de gobiernos anteriores a inicios de septiembre pasado.

Pudiendo haberlos involucrado en la batalla contra el Covid19, para convertirlos en un cuerpo asesor de alto nivel, que podría haberle ayudado a romper paradigmas y buscar soluciones desde una nueva óptica, a lo cual seguramente ellos habrían accedido, prefirió tratarlos groseramente y con ironías, seguramente por tratarse de funcionarios del periodo anterior, representantes del oscurantismo neoliberal.

Sin embargo, nuestro gobierno pagó muy cara la ayuda de 558 médicos cubanos que costaron al Insabi seis millones 255 mil 792 dólares, que equivalen aproximadamente a 135 millones de pesos, según declaró en junio, Oliva López Arellano, secretaria de Salud de la Ciudad de México. Estos honorarios se pagaron directamente al gobierno de Cuba por los servicios de este contingente médico entre abril y septiembre de este año.

Estos médicos cubanos ni remotamente tendrían la experiencia del recién fallecido Guillermo Soberón, ni de Julio Frenk, José Narro, Mercedes Juan, Salomón Chertorivski y José Ángel Córdova, quienes seguramente habrían aportado valiosa experiencia y conocimientos sin esperar nada a cambio. Sin embargo, la actitud soberbia y prepotente de López Gatell cerró esta oportunidad que nos deja la duda respecto a si su aportación podría haber ayudado a salvar vidas.

Además, las generalizaciones simplistas que confunden lo bueno con lo malo y lo integran en un mismo paquete, en parte son las culpables de la estigmatización del sector productivo de México. Desde el gobierno se le señala como causante de la injusticia social, calificando a todo este segmento social como concentrador de la riqueza, cuando en la realidad, aproximadamente el 97% del total de sector productivo está conformado por Micronegocios y PYMES, quienes viven al día y de forma modesta y sin embargo, conforman la espina vertebral de lo que hasta hoy ha sido la fortaleza de este gran país.

Es de destacarse que en el ámbito ciudadano están surgiendo iniciativas que muestran que la solidaridad es una actitud que existe en la idiosincrasia mexicana cuando los gobiernos no están a la altura de los retos que exigen las circunstancias nacionales.

Bien decía Winston Churchill hace poco más de ochenta años: “Muchos miran al empresario como el lobo al que hay que abatir… Otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar… Pero muy pocos lo miran como el caballo que tira el carro”.

Hay que voltear hacia este importante sector social y económico de México para apoyarlo antes de que sea muy tarde y su decrecimiento sea irreversible, generando desempleo y crisis económica.

 

¿Y a usted qué le parece?

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