Opinión

Llegó Diciembre

Por Lilia Reyes Spindola


Estamos entrando en un tiempo en donde los sentimientos están a flor de piel, pues es el término de un ciclo más de vida, en donde las vivencias nos han dejado aprendizajes importantes y nos debemos observar para saber si nos hemos “dado cuenta” de lo que nos hemos creado con nuestra actitud mental, emocional para poder evaluar las consecuencias que nos hemos generado por medio de nuestros actos. 

Ha sido un año que nos vino a despertar, que nos paró de repente, un año que pudo adormecer a la prisa, a los hábitos los sacudió y los hizo cambiar y tuvimos que aceptar los cambios. 

El miedo hizo su aparición a gran escala y todos nos dimos cuenta de lo valioso que es la vida. La familia se tuvo que agrupar para aprender a convivir nuevamente como familia, e algunos casos se volvieron a encontrar, en otros se hizo patente la desunión y la falta de amor y respeto. 

La enseñanza para todos ha sido magistral, todo cambió, la libertad de respirar se limitó, la libertad de tocarse y acariciarse se acabó, la libertad de espacio se redujo y para algunos la soledad apareció como compañía diaria. 

La incertidumbre que siempre está presente en la vida, ahora la podemos palpar, pues no tenemos la menor idea de lo que nos va a ocurrir en el futuro. 

Cómo es posible que todavía hay muchas personas que no aceptan la responsabilidad de cuidarse porque les molesta sentirse limitados, no se dan cuenta que hay muchos médicos enfermeras y enfermeros, y personal que labora en el sector salud que han perdido la vida, para poder salvar a los inconscientes, que no quieren ceder porque les gana el egoísmo y su comodidad. 

¿Cómo podemos hacer que la conciencia esté presente en estos momentos de crisis? 

La única salida es darnos cuenta que esta pandemia llegó para que realmente llegue un cambio real en las actitudes de los seres humanos y la palabra que debemos usar es RESPETO. 

Respeto entre los seres humanos, respeto al planeta, respeto a la dignidad de todo lo que tiene vida, respeto a la justicia y a los derechos, a la igualdad, y esto solo se logra a través del poder del amor. 

Poder amar es el privilegio más grande que poseemos, es lo que le da sentido a la existencia, es la experiencia más grandiosa para un ser humano, porque es a través del amor que evolucionamos espiritualmente, crecemos y nos convertimos en mejores personas.  

Al nacer ya traemos ese sentimiento dentro de nosotros, pero depende de nosotros el escoger qué vamos hacer con ese amor. Debemos aprender a amar, es lo único que somete al ego, pues el amor ocurre cuando tú te rindes ante él. 

 Cuando el amor es consciente, cuando “te das cuenta” de su importancia, entonces ya no piensas en cómo amar, porque te conviertes en un instrumento del amor ya eres amor y todo lo que fluye de ti va envuelto en amor. 

El amor se cultiva, es como una bella flor que necesita de tu cuidado, de tu tiempo, de tu presencia y, sobre todo, de tu respeto. Para saber amar, debes saber amarte a ti mismo para que ese amor posea dignidad. 

El amor no es una transacción, “si tú me das, yo te doy”; no es eso. 

Amas porque se te da la gana, no es un intercambio mercantil. 

Al amor profundo le interesa que el ser amado crezca; este amor 

impulsa, apoya y es incondicional. 

A mis queridos lectores les sugiero revisen su nivel de amor, conciencia y respeto en que viven, pues es la única receta sana para poder superar este tiempo de incertidumbre, de suposiciones que alimentan al miedo, es que nos refugiemos en el sentimiento de la fe consciente que quiere decir confianza de que el Bien existe, entendiendo que todo lo que ocurre tiene una razón poderosa de ser. 

Les deseo que se crean una Feliz Navidad y un Próspero y Sano Año Nuevo. 

 

Su amiga Lilia Reyes Spíndola