Opinión

¿Reprobados?

Por Ramón de la Peña


Hace 12 años escribí una nota en un periódico que se publica en Nuevo León relacionada con los resultados de PISA de ese tiempo y mencionaba al inicio de la nota un evento que me había ocurrido en Sinaloa y que ratificaba y ratifica la actitud que han tomado entonces y ahora, las personas y los medios de comunicación sobre los resultados de la prueba PISA. Mencionaba primero la antigua lección de Viktor Frankl, quien nos dijo: "La única de nuestras libertades que nadie nos podrá quitar es la actitud que podemos tomar ante una situación problemática o un éxito inesperado".
Después mencioné lo que me ocurrió en la sesión de preguntas y respuestas de una charla que di en una institución educativa en Sinaloa. El tema de mi charla fue acerca de la educación, de su valor e importancia combinado el tema con la necesidad de ser innovadores y emprendedores. En la etapa de preguntas y respuestas, una muchacha me dijo: Oiga ingeniero todo lo que usted dijo está bien para Estados Unidos o para algún país europeo; pero creo que esto no aplica para México. Y comenzó a decir adjetivos negativos sobre el sistema educativo, sobre los profesores, los alumnos; y terminó comentando las evaluaciones internacionales que ha recibido nuestro país en el área de educación, y de cómo podemos progresar teniendo un nivel educativo tan bajo.
Me fue evidente la presencia de un gran pesimismo en esta muchacha, pero viendo la cara de aprobación de los asistentes, me di cuenta de que muchos de ellos pensaban igual que ella. Mi respuesta la inicié con la frase: No todos son así, no todos los profesores son como usted los describió, ni todas las escuelas son como usted las caracterizó, ni todos los alumnos son tan malos como usted los imagina.
Les hablé de nuestros premios Nobel, en especial de mi colega, un ingeniero químico, un muchacho de mi edad que estudió en la Ciudad de México, en la Universidad Nacional Autónoma de México, quien decidió estudiar el doctorado en una universidad de los Estados Unidos y una vez titulado, decidió trabajar en un centro de investigación de ese país y trabajó como lo saben hacer muchos mexicanos, con creatividad, responsabilidad, perseverancia, y los resultados de sus investigaciones le dieron los méritos académicos suficientes para hacerse merecedor al premio Nobel de Química.
Todo esto volvió a venir a mi mente cuando leí en varios periódicos que nuestro país había sido reprobado en la evaluación de la OCDE. A mí siempre me ha gustado ver estas situaciones, bajo dos enfoques: como un vaso medio vacío por un lado, pero como un vaso medio lleno por el otro. El mensaje se ha manejado en todos los medios como un vaso no solamente medio vacío, sino como un vaso totalmente vacío. Estamos reprobados, andamos mal, con reproches intensos sobre el sistema educativo, los profesores y el sindicato de maestros. ¿Pero qué tan vacío está el vaso? A lo mejor está un poco más lleno de lo que creemos.
De los datos publicados en los medios se obtienen los siguientes números: En lectura, Shanghai obtuvo el primer lugar con una evaluación de 570 puntos y México obtuvo 424 puntos. Si a Corea le damos un diez por eso, entonces la evaluación de los mexicanos es de 7.4, ¿es ésta una calificación reprobatoria? En la misma publicación aparecen las calificaciones de Estados Unidos (498), Italia (490) y España (488). Si a cada uno de estos países, que gastan mucho más que nosotros en educación, les ponemos un diez, entonces los mexicanos tendríamos las siguientes calificaciones: 8.5, 8.7 y 8.7. ¿Con estas evaluaciones podemos decir que nuestro país es un país de mediocres?
Claro que tenemos mucho por mejorar, que nos encantaría que fuésemos mejor que todos esos países, y que debemos hacer lo necesario todos los que podemos hacer algo al respecto, pero les vuelvo a repetir, no conviene ningunearnos tan feo. Lo peor que podemos hacer por nuestros hijos es decirles implícita o explícitamente que no pueden, que no saben, que son malos, que jamás podrán competir con los finlandeses, con los coreanos y mucho menos con los alemanes.
Lo peor que podemos hacer con nuestros colaboradores, es mandarles el mensaje de que los buenos ingenieros y administradores son los extranjeros; y mucho menos mandarles el mensaje que nosotros como país estamos reprobados. Eso no quita que tenemos que mejorar y hacernos mejores como padres, profesores, administradores, funcionarios o alumnos. Tenemos que creer en nosotros, sentir que sí podemos, que podemos hacer mejor nuestro trabajo, que podemos ser excelentes profesores. Que así sea, es mi mejor deseo para todos ustedes en este próximo año; y que así ocurra, es mi mejor deseo para nuestro país, aunque confieso que lo mismo dije en el 2002 y en el 2008.