Opinión

El liderazgo del siglo XXI pasa por abandonar a la gente cínica y abrazar a la gente auténtica

Por Roberto Matosas


En esta entrevista hablamos de liderazgo «auténtico» y de talento. Y lo hacemos de la mano de Juan Carlos Cubeiroel mayor experto en talento, liderazgo y coaching profesional de España. Viaja por todo el planeta impartiendo conferencias y asesorando a los más altos ejecutivos de algunas de las mayores organizaciones del mundo. Es autor de más de 50 libros y estrena obra. Melómano, cinéfilo y amante del fútbol, nos da algunas claves para liderar el futuro.

– Estrena libro junto a Silvia Damiano, experta en inteligencia emocional y neuroliderazgo: El liderazgo Brain-Friendly. Los nueves hábitos de la mente (Plataforma Editorial). Una nueva actualización sobre liderazgo abordando el funcionamiento del cerebro y los buenos hábitos, ¿no es así? 

– Silvia lleva años como referente en neurociencia. Ella distingue lo que es un jefe tradicional o un directivo más convencional del «neurolíder», que destaca por su visión y por la manera de hacer equipo. El neuroliderazgo es el aprovechamiento de la neurociencia, del aprovechamiento científico, de lo que está pasando en nuestro cerebro cuando influimos sobre los demás.

A mí me gusta definir el liderazgo como un talento y de cómo influir en los demás. Desde la honestidad, el ejemplo, la autoridad moral, y no desde el poder formal o la jefatura. Ella hizo el año pasado un documental (Hazte líder) con más de 80 horas de grabación que ha ganado muchos premios. Entonces, pensamos en porqué no hacer un libro con 50 preguntas abiertas (qué, cómo, cuándo, dónde…) para que el lector se pudiera hacer con los nueve hábitos del liderazgo por capítulos. Por ejemplo, si es lo mismo la mente que el cerebro, qué pasa cuando no dormimos lo suficiente o qué nos ocurre cuando estamos con personas tóxicas o tónicas. Y a partir de ahí, generamos nueve hábitos que sean buenos para nuestro cerebro. De ahí, «saludables», en castellano, o amigables, (Brain-Friendly), en inglés.

– ¿Estamos hablando de aprender a liderar conociendo las funciones ejecutivas de nuestro cerebro?

– Sí, claro. Hablamos de las dos funciones: la que el filósofo José Antonio Marina llama computacional o generadoras (el inconsciente) y las funciones ejecutivas (conscientes). Sigue siendo un misterio cómo se conectan las neuronas a través de sinapsis y nos damos cuenta de algo. Somos el único animal que puede hacer eso, es nuestra gran ventaja en términos de intelecto, comunicación, de hacer equipo y colaborar. El liderazgo tiene que ver con la toma de decisiones y con ese consciente, y también con las relaciones afectivas con los demás. Por eso hablamos de hábitos de pensamiento que tienen que ver con dirección, y hábitos de cuidados que se relacionan con el cuidado personal, el autocuidado; hábitos de relación, como conversar con personas tónicas, el optimismo inteligente o aprender continuamente.

– Una cuestión que también podemos aplicar a las organizaciones. Me viene a la cabeza el célebre libro de Peter Segen, La quinta disciplina (Granica), en relación con las organizaciones que aprenden. 

– La organización tal y como la hemos conocido ha sido probablemente el gran invento del siglo XX. El modo de organizarnos sobre todo en grandes organizaciones. Durante muchos años se ha basado en el modelo de burocracia y el taylorismo: Max Weber, en Alemania, a este lado del Atlántico, y Frederick Taylor, al otro lado con el modelo fordista. Lo que nos permite la tecnología hoy en día, tal y como traté en mi libro anterior, El virus que reseteó el capitalismo (PDF), es que la burocracia tal y como la hemos conocido ha desaparecido o está desapareciendo. El liderazgo tras el coronavirus tiene más que ver con lo que Gary Hamel llama «humanocracia», o con lo que anticipó Peter Segen o con lo que Frederic Laloux llama reinventar la organización. Tiene que ver más con equipos, con procesos, con creatividad, con imaginación y menos con el cumplimiento estricto de tareas, la burocracia y el taylorismo. Es un mundo completamente distinto. Como estamos en transición, todavía estamos viviendo el teletrabajo a catorce horas diarias, algo que es más parecido a la burocracia que a la innovación. Será cuestión de poco tiempo que las empresas más excelentes, más innovadoras, más «talentocéntricas», como me gusta a mi llamarlas: centradas en adquisición de talento, en su fidelización, en su desarrollo y su compromiso, triunfen; mientras que las empresas con un discurso moderno, pero que aún siguen haciendo burocracia del siglo pasado, desaparecerán muy rápido. Confío en la selección de Charles Darwin.

– Usted ha escrito muchos libros sobre deporte y liderazgo, entre ellos, Liderazgo Zidane, El mundial de la Roja, o Mentalidad ganadora. El método Emery. ¿Qué diferencias existen entre liderar a un equipo de fútbol y a otro tipo de organizaciones? 

– El deporte es un tema que me fascina porque, con todo el respeto, se parece a la mosca de la fruta en la investigación científica. En la mosca de la fruta solemos ver mutaciones muy rápidas. Del deporte me interesa, sobre todo en fútbol, la parte tangible: los resultados, el vestuario y el clima en general. Durante diez años tuve el honor de colaborar con la Selección Española de Fútbol y de ahí mis tres libros sobre las dos Eurocopas y el Mundial con la doctora Leonor Gallardo, que es referencia en gestión deportiva y catedrática de la Universidad de Castilla-La Mancha. 

Me interesa mucho la figura del entrenador porque es una persona que prepara el partido, selecciona el talento y luego no juega. Permanece en el banquillo como el propio Emery, o Pacheca, con el que acabo de escribir mi último libro que se publicará próximamente sobre cómo ascendió al Elche, el quinto menor equipo en presupuesto en Segunda División. Guardan esa diferencia respecto al liderazgo de una organización, pero cada vez más los líderes se tienen que parecer a un coaching, a personas que tengan diálogo y desarrollo, que fomente de verdad el entrenamiento y el aprendizaje. Porque al final el rendimiento y la innovación tienen que ver con la agilidad en la toma de decisiones y con la propia colaboración. Es decir, convertir el talento individual en talento colectivo. A mí eso me parece impresionante. Los mejores entrenadores a nivel nacional con los que he tenido el honor de escribir sobre y con, que han pasado por la liga española, todos tienen en común la capacidad de convertir la suma de individuos en una sinergia fascinante.

– Solemos enfundarnos la camiseta de la Selección Nacional de Fútbol con una facilidad pasmosa cuando ganamos algún campeonato y, sin embargo, somos más reacios a identificarnos o inspirarnos en otro tipo de liderazgos. ¿Por qué?

– Los grandes éxitos de este equipo de leyenda tuvieron que ver con el mestizaje, con el combinar lo que era el Fútbol Club Barcelona de Pep Guardiola, sin Messi, pero con Xavi, Pujol, Hiniesta, Piqué, etc. Y con el Real Madrid de ese momento de Casillas, Xavi Alonso, Sergio Ramos y algunos otros elementos muy importantes. Y luego, saber contarlo, lo que en talento llamamos poner en valor. Y aquí hay una figura que a mí siempre me gusta reseñar, que es Jorge Carretero, que ha sido durante 18 años portavoz de la Real Federación Española de Fútbol, quien ayudaba a los periodistas a que contaran esos éxitos. Ahora hemos tenido un éxito clamoroso, como ha sido ganarle a Alemania, dándole una paliza, pero no lo hemos contado porque no hemos tenido a un Jorge Carretero que nos ayudara a ver el valor que tiene eso. Al final, la comunicación es una cuestión de liderazgo también. En Venezuela me preguntaban de qué España venía: ¿de la Roja?, ¿la del deporte?, ¿la de Pau Gasol?, ¿la de Fernando Alonso? ¿De la España que en cualquier deporte con unos quijotes destaca porque están bien entrenados o de la España económica y política, del conflicto, del lío y los problemas? Por eso, el deporte es un magnífico ejemplo de liderazgo en equipo, de colaboración, de visión compartida y de ilusión.

– ¿Y en nuestros políticos? Porque ciertas cualidades del liderazgo como la confianza, la transparencia, la integridad, honestidad o visión de futuro brillan por su ausencia.

– En este 2020 ha habido un fenómeno muy interesante que es el liderazgo femenino. Cuando digo liderazgo femenino me gusta insistir en que no quiere decir solo por mujeres y nada más que por mujeres. No tiene tanto que ver con la biología o con el sexo, sino con la cultura. ¿Quién ha gestionado mejor la pandemia? La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern; la presidenta Angela Merkel, en Alemania; la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y los cuatro de los cinco primeros ministros de los países nórdicos, excepto Suecia, que son mujeres y no es no por casualidad. En la medida en que los hombres tengan empatía, cercanía, y lo que llamamos «firmeza compasiva», es decir, ideas claras, valores y compasión, practicarán el liderazgo femenino. 

El caso de Merkel es un caso notorio. La hemos visto pidiendo perdón a sus compatriotas por tener 500 fallecidos en un solo día debido al coronavirus. Es decir: lamentar en público, siendo humana, sintiendo lo que está pasando. Esa idea de liderazgo femenino no solo para mujeres que practica la empatía, la cercanía, la comunicación, con las ideas claras, con firmeza y participando de las emociones de su propia gente es una buena noticia.

– ¿Por qué se empeñan los jefes de gabinete en construir esa imagen tan impostada del líder político? ¿Todo va en función de las encuestas y los sondeos de opinión? ¿No se percatan de la falta de credibilidad del mensaje y, por tanto, del personaje?

– Efectivamente. Me gusta recordar que los años veinte comienzan ahora. 1820, 1920, 2020… es el final de la década de los diez. Esto es importante porque intuyo que los años veinte del siglo XXI nos van a llevar a la autenticidad, palabra clave en liderazgo. Ya hay varios libros que se van a publicar ahora en 2021, como el de la doctora Rodríguez Escanciano, que ha sido la rectora más joven de la historia de España, con apenas 36 años, que se va a llamar Liderazgo auténtico. Ella es una gran experta en imagen política. 

Hay que desterrar la idea de que me voy a convertir en algo que no es. No. Voy a extraer de tu autenticidad el liderazgo. El liderazgo de lo interno, de lo que nos mueve, nos motiva y apasiona. Esa búsqueda de la autenticidad nos va a ayudar a lo largo de toda la década que comienza en apenas 15 días. Autenticidad va a ser la palabra clave en liderazgo. Por eso, conectándolo con El liderazgo Brain-Friendly, tienes que buscar cuál es tu propósito, las ideas que eliges, qué objetivos te marcas, pero siempre desde la autenticidad, cuidando bien el relacionarte con los demás. Veremos como la ciudadanía, independientemente de ideologías del siglo XIX, de derechas e izquierdas, abandonará a la gente cínica y abrazará a gente auténtica.

– Salvando otras circunstancias históricas, esta pandemia es lo más parecido a lo que el ejército estadounidense denominó en los noventa como entorno VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad) o el sociólogo polaco-británico, Zygmunt Bauman, definió como «modernidad líquida» para referirse a este mundo impredecible. ¿No es ahora cuando hacen falta líderes de verdad?

– Sí, claro. Cuanto más incierto sea el entorno, y a mí me gusta decir últimamente no solo VUCA, sino «megavuca». Es decir, más volátil, más complejo y ambiguo que nunca. En estas circunstancias es cuando más importante es el liderazgo. Volviendo a Silvia Daminano, ya no es un liderazgo a lo John Wayne, que toma las decisiones por nosotros como un llanero solitario. Todo lo contrario. Es un liderazgo cercano, que aglutina un propósito colectivo, de sistema inmune, no es el liderazgo del miedo. Estamos viendo lo que el historiador israelí Yuval Harari llamó en Davos, en enero de este año, «dictadores digitales», con la excusa de la salud. Digamos que deciden por nosotros. Está bien que haya confinamiento, y distanciamiento, pero al final lo que es importante es el sistema inmune. Debe ser el liderazgo de personas que nos ayuden a ser cada vez más fuertes, a tener más confianza, a tener más resiliencia y, evidentemente, a colaborar.

– ¿Y qué me dice de los youtubers o influencers?  Son líderes con millones de seguidores. ¿O es otra cosa que nada tiene que ver con el liderazgo?

– Sí, en la medida que el liderazgo sea un talento para influir en los demás. Qué han descubierto los youtubers. Primero, que tienen la tecnología para acceder a millares de personas, y luego, que tienen capacidad para influir. Yo estoy siguiendo mucho a Chiara Ferragni, que tiene millones de seguidores. Es una persona que ha generado un emporio de la nada junto a un gran equipo de personas y grandes marcas de moda. Probablemente se convierta en 2021 en la primera youtuber que cotice a bolsa. Personalmente, no me parece mal que nuestros jóvenes quieran ser youtubers, siempre que lo hagan desde la preparación y con una actitud positiva y no de odio, y sean útiles. Y, por tanto, aporten valor a quienes decidan seguirles. Estamos en la globalización 4.0 con una tecnología que nos permite conectarnos desde cualquier sitio. Por qué no tener youtubers o influencers que marquen la diferencia.

Fuente: Sevilla Info, Diciembre 2020