Opinión

México de las ciudades

Por Otto Granados


Con alguna frecuencia, no pocos alcaldes mexicanos se enfrentan a retos y desafíos que dificultan seriamente su eficacia y la mejoría de la calidad de la gestión que hacen. Pero hay al menos dos que son quizás los más importantes. Uno es la necesidad de contar con una visión integral de lo que supone dirigir una ciudad, y el otro es tomar en cuenta que las ciudades exitosas son aquellas que se basan principalmente en la innovación, el conocimiento y el desarrollo de talento, por lo tanto, la primera condición de efectividad para las nuevas administraciones municipales, es plantearse con realismo y con claridad cuáles son las prioridades estratégicas, que no son otras, sino las que vienen establecidas en el artículo 115 de nuestra Constitución; y es de la mayor importancia recordarlo porque lo que la gente quiere de sus líderes municipales es que la provisión de los servicios públicos sea de alta calidad, eficiencia y oportunidad. Es decir, que la seguridad, las vialidades, el agua, el alumbrado público, la recolección y tratamiento de basura y poco más funcionen bien y muy bien. Por lo tanto la gestión que ha emanado de la pasada elección municipal es un asunto de visión, de efectividad y de competencia, y ello amerita plantear los términos de una discusión moderna sobre las ciudades que queremos.

De manera paulatina pero consistente, México se ha convertido ya en un país urbano, más de 90 de los 127 millones de mexicanos viven en ciudades o en zonas urbanas. Y lo mismo pasa en el aspecto económico, nada más para darles un ejemplo: de los 11 municipios de Aguascalientes, sólo 3 de ellos, Aguascalientes, San Francisco de los Romo y Jesús María, generan casi el 94% de todo lo que produce la economía del Estado cada año, al igual que sucede en el resto del mundo. Esto es un fenómeno imparable, irreversible y reta a quienes tienen la responsabilidad de gobernar los municipios con nuevos desafíos, nuevos enfoques y nuevas áreas de oportunidad, entre las cuales destaca principalmente convertir a las ciudades en agentes de crecimiento económico. 

Los espacios urbanos comparten prácticamente los mismos problemas en todas partes: presiones migratorias, crecimientos anárquicos, infraestructura obsoleta, servicios públicos de deficiente calidad, deterioro ambiental, inseguridad y el centro de todo ello, recursos financieros limitados frente a la dimensión y la complejidad de los retos. Las razones que explican cada uno de ellos son diversas, desde luego, pero el denominador común tiene que ver con el imperativo de hacer una gestión pública mucho más innovadora, ágil y profesional, pues para las gestiones modernas hay en efecto tres prioridades centrales: la primera consiste en generar las condiciones suficientes para que las unidades económicas, es decir, las empresas y los emprendedores, que son los que crean empleo, se multipliquen y prosperen. Aunque en el promedio nacional ha mejorado la facilitación a la apertura de los negocios, todavía estamos lejos de las economías más competitivas y una parte del problema se ubica en la esfera municipal. Por lo tanto, hay que priorizar el diseño y la instrumentación de una nueva arquitectura regulatoria institucional y administrativa; que sea moderna, rápida y transparente para que impulse el crecimiento de la economía de la ciudad es la segunda cuestión, y es la más crítica a corto plazo. Es cierto que el aumento de las necesidades conlleva a mejorar las fuentes de ingresos públicos, pero también lo es que la propensión hacia una mayor concentración urbana y demográfica indica que no va a ser fácil lograr un modelo fiscal y financiero óptimo, a menos que los gobiernos locales logren un cambio en el actual Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, en el marco normativo, dentro del cuarto del programa de inversión pública que mejoren sustancialmente sus fuentes de ingresos propios y que atraigan mucho mayor participación privada para desarrollar infraestructura.

Finalmente es impostergable un nuevo pacto fiscal en México, el actual sistema, que data de los años 80, necesita ser reemplazado por un nuevo diseño institucional que reconozca las nuevas tendencias urbanas en la vida municipal, que dote a los municipios de instrumentos más efectivos para responder a las demandas de la ciudadanía, tanto en materia de crecimiento económico como de servicios públicos, y que profundice las relaciones de reciprocidad en un sentido incluyente, igualitario y más equilibrado entre el conjunto de la población y sus distintos niveles de autoridad. 

Lo que requiere Aguascalientes son administraciones municipales muy profesionales y capaces para gobernar en un México que será inevitablemente el México de las ciudades