Opinión

Hay que regresar a clases ya

Por Otto Granados


Conforme se acerca el 30 de agosto, es decir, la fecha para el inicio del año escolar 2021- 2022, también se ha intensificado la discusión entre quienes están a favor del regreso a clases presenciales y quienes se oponen a ello. Hay razones válidas en ambos lados de la mesa, pero quisiera esta mañana insistir nuevamente en que la manera de plantearnos la solución a esta disyuntiva no puede ser un sí o un no absolutos, sino más bien, qué es lo que tenemos que hacer para garantizar un regreso seguro a la escuela.

Para poner en su justa dimensión el debate, hay que decir que están chocando dos lógicas, una la de quienes están en el campo de la salud, que argumenta que el riesgo de nuevos contagios es muy alto y la otra por el lado de los responsables educativos, es que el año y medio que llevamos sin clases está resultando una verdadera tragedia para los niños de la que tardaremos años en recuperarnos. La verdad es que toda la información disponible parece comprobar que lo primero no es cierto y, en cambio, lo segundo es totalmente demostrable: por ejemplo, la UNICEF, que es la máxima autoridad mundial en materia de infancia, ha insistido en que esto no puede continuar, las escuelas deben ser las últimas en cerrar y las primeras en abrir es un esfuerzo por limitar la transmisión del virus.

En ese esfuerzo, a los gobiernos han cerrado con demasiada frecuencia en las escuelas durante periodos muy largos, incluso cuando la situación epidemiológica no lo justificaba. A menudo estas decisiones se han tomado como un primer recurso en lugar de como una medida de último recurso.

La UNICEF ha dicho que lo que los niños y los jóvenes han perdido por no poder asistir a la escuela puede ser que no se recupere nunca, ya sea la pérdida de aprendizaje, las dificultades psicológicas, la exposición a la violencia y el maltrato, la ausencia de comidas y de vacunas en la escuela o la limitación de las habilidades sociales. Todas estas consecuencias afectarán el rendimiento educativo de los niños y su participación en la sociedad, así como su salud física y mental, los más afectados suelen ser los niños de familias pobres y que no tienen acceso a herramientas de aprendizaje a distancia, así como los más pequeños que se encuentran en etapas críticas de su desarrollo. Sólo para ponerle número de Joaquín a la tragedia podemos decir que el porcentaje de estudiantes por debajo del nivel mínimo de rendimiento antes del COVID, o sea la pobreza de aprendizajes podría aumentar del 55% al 71%, calculando escuelas cerradas por 10 meses si el cierre es de 13 meses aumentaría 77%, y así sucesivamente. 

La segunda confusión lamentable es que sin información de calidad se afirma que la tasa de contagio en niños en edad escolar es alta. Esto tampoco es verdad, de acuerdo con un estudio de los centros para el control y la prevención de enfermedades de los Estados Unidos, recientemente publicado el 11 de agosto, la tasa acumulada de hospitalización pediátrica por COVID-19 fue de 8 por cada 100,000 habitantes entre el primero de marzo y el 25 de julio, dicha tasa es muy baja en comparación con la de los adultos, que asciende a 165 por cada 100,000 personas. Aunque la información no es concluyente todavía, marca ya una tendencia muy clara. El tercer caso que en el caso de México, algunos pseudo especialistas educativos le atribuyen a la Secretaría de Educación Pública la responsabilidad de la solución, esto tampoco es correcto, la responsabilidad más importante debe ser de los Gobiernos estatales que son quienes operan los servicios educativos en preescolar, primaria y secundaria, son los que mejor conocen su propio entorno y los que pueden actuar con mayor rapidez y tino en la creación de las condiciones seguras para el regreso a clases. Esta tampoco es una decisión del SNTE, que lo que debe de hacer sin chistar es cumplir con sus obligaciones para con los niños y las escuelas, pues para eso les pagan y les han pagado puntualmente en este año y medio.

Como dice la UNICEF, la reapertura de las escuelas no puede esperar a que todos los profesores y alumnos hayan sido vacunados, todas las escuelas deben proporcionar educación presencial lo antes posible, sin restricciones de acceso, incluyendo la vacunación obligatoria antes de volver a la escuela, el mensaje debe ser claro y categórico, hay que regresar ya a la escuela.