Opinión

Un partido extraviado

Por Juan José Rodríguez Prats


Creo que el mejor libro de Enrique Krauze es Caudillos culturales de la Revolución Mexicana. Dos son los personajes relevantes: Manuel Gómez Morin y Vicente Lombardo Toledano. Sorpresas de la vida. El primero se inició en la vida política trabajando con Salvador Alvarado, radical socialista, diríamos, y dando asesoría en la embajada soviética. El segundo, en sus inicios, tenía tendencias claramente religiosas. Ambos evolucionaron y profesaron creencias totalmente diferentes en su vida profesional. Fueron amigos y formaron el famoso grupo de “Los siete sabios”, con el rimbombante nombre de “Sociedad de conferencias y conciertos”. Llegaron después a confrontarse, inclusive epistolarmente, debate que hoy tiene gran actualidad.

Lombardo fue el primero en catalogar al PAN como de derecha, etiqueta con la que muchos lo han encajonado. Soledad Loaeza y el mismo Krauze perciben afinidades con el Partido de Acción Francesa, creado por Charles Mauras, antiparlamentario, antisemita, que se identificaba como de “nacionalismo integral”. Llegaron a afirmar que de ahí se había tomado su nombre, cuando el primero en utilizar la expresión “acción nacional” fue Ortega y Gasset (1914) en La nueva y la vieja política. Octavio Paz llegó a afirmar que hubo cercanías con el franquismo, sin precisar cuáles y cuándo. Atacar al PAN por supuestas similitudes con corrientes ajenas a sus principios, es un auténtico oxímoron.

En lo personal, afirmo que el PAN, en lo político, lo social y lo económico, siempre ha estado a la vanguardia ideológica. Prueba de ello es lo que Castillo Peraza denominó “La victorial cultural del PAN”. Efraín González Morfín escribió que, si ser de izquierda es promover cambios como consecuencia de una permanente inconformidad con la realidad, entonces el PAN es de izquierda. Las propuestas panistas están constituidas por dos vertientes: el pensamiento liberal en defensa del ciudadano frente al poder y la doctrina social cristiana con sus principios de solidaridad, subsidiariedad y bien común. Lo he dicho siempre, el PAN es el único partido al que se le identifica por su pensamiento.

Dicho lo anterior, me parece que algunos senadores panistas están en su derecho de firmar un documento con el cual coinciden. Sin embargo, nunca lo debieron hacer en un recinto oficial y encabezados por su coordinador parlamentario. Esos actos trascienden sus atribuciones e involucran a la institución.

A nivel mundial estamos viendo una profunda degradación de la política. Una de las mayores decadencias, con pocos liderazgos notables. La clase política latinoamericana padece una gran pobreza cultural. Más que crisis de los partidos políticos, es la preeminencia del nihilismo, la improvisación y el oportunismo. Adolfo Suárez, protagonista de la transición española, hablaba de la necesidad de desdramatizar la política y Porfirio Muñoz Ledo sugiere serenarla. Lo cierto es que todos estamos crispados, con un discurso iracundo y visceral.

La crisis se amortiguaría con un auténtico parlamento, “recinto donde se reúnen los adversarios para que emanen acuerdos”, donde se enaltece el encuentro con el otro. Por los primeros indicios de la actual legislatura, no parece ser el sitio más adecuado para atemperar la confrontación que implica la democracia. Función de integración, le llaman los teóricos.

Retornando al PAN, coincido con Felipe Calderón cuando afirma que hace tiempo que está extraviado. Así ha estado desde que el arribó a la Presidencia de la República. Ante la próxima elección de su dirigente, un factor a ponderar es la calidad de panista de los contendientes. Esto es, el conocimiento que tengan de su historia y doctrina y si han sido congruentes en su desempeño. Ésa ha sido la cualidad relevante de quienes le dieron autoridad moral y credibilidad.

Sí, los tiempos que vendrán serán de una mayor fragmentación y polarización. Hagamos un esfuerzo por evitarlas.