Opinión

Adultos mayores, discriminados por no poder usar la tecnología

Por Pedro Octavio Reyes Enríquez


El señor le rogaba a la empleada bancaria que le diera su estado de cuenta, ella le respondió tajante: “Ya le explicó el ejecutivo que debe tener un correo electrónico”; desesperado dijo que no sabía cómo abrirlo ni qué costo tenía; “Busque a sus hijos o a alguien que le ayude a tener uno, de lo contrario no se le podrá ayudar”, le respondió.

El adulto mayor tendría como 70 años, se veía cansado y necesitaba el estado de cuenta para unos trámites de una pensión y el cobro de un seguro, se fue. La persona que lo atendía solamente dijo: “Estas personas no saben ni abrir un correo, es algo tan fácil”. Yo estaba a punto de pasar con el ejecutivo del banco, llevaba más de una hora esperando a ser atendido para hacer una aclaración, de lo contrario hubiera visto la manera de enseñarle.

La realidad es que para diversos trámites tanto de empresas privadas como de gobierno piden que sea de manera digital, a través de un correo electrónico, de una aplicación móvil o de una página de Internet, con la pandemia se aceleraron estos procesos; aunque permiten ahorrar tiempo y dinero, tienen grandes limitaciones, una de ellas es que no todos saben usar estas tecnologías y no solamente las personas mayores, hay diversos sectores de la sociedad que desconocen estos procesos, además no todos tienen los recursos económicos; por otro lado, no son 100% confiables.

Tener un teléfono o computadora y con acceso a Internet no es barato y adquirirlos solamente para realizar trámites que no se realizan seguido no es costeable, por lo tanto para las personas de la tercera edad se está volviendo discriminatorio el que no existan otras opciones para diversos trámites.

Además, hay que agregar que muchas personas no tienen paciencia para mostrarles la forma de utilizarlos, la mayoría argumenta que no tiene tiempo, pero generalmente quienes lo dicen sí lo tienen para estar horas colgados en las redes, pero no quieren ayudar a los adultos mayores.

Por un lado, las personas de 65 años y más también han sido víctimas de estafas y de robos a través de las nuevas tecnologías, por eso su resistencia a su uso, además de que no les da la confianza de que el proceso realizado, o transferencia, sea exitoso; por otro lado, el sistema no les arroja un documento firmado o sellado como se hacía tradicionalmente, en donde el papelito hablaba.

Hoy en día, en algunos supermercados se están imponiendo los cajeros automáticos, ahí se debe pagar, en los bancos desalientan a que haga uno trámites en ventanilla y si necesita uno hacerlo, hay que estar esperando por bastante tiempo. Realizar estos procesos de pago de manera automática para algunas personas adultas no es fácil, se sienten rebasados por la tecnología.

Pero no es la tecnología la que hace a un lado o discrimina a las personas adultas, son quienes toman las decisiones, los que consideran que es mejor automatizar todo, no están considerando a quienes no saben usarlas o no tienen los recursos para adquirirlas.

Se les debe dar opciones a quienes no pueden o no tienen acceso a las nuevas tecnologías para hacer trámites, sean empresas privadas o instituciones públicas.

Quienes sabemos hacer uso de las tecnologías debemos ser empáticos con quienes no tienen esa habilidad, ser pacientes, tampoco se vale discriminar o menospreciar a quienes no pueden usarlas, no todos tienen las mismas habilidades ni condición económica.

Ser adulto mayor puede implicar satisfacciones pero también tener enfermedades, menos ingresos (o no tenerlos), depender de alguien más para moverse o satisfacer las necesidades básicas, y además ser discriminado y maltratado por no poder usar las tecnologías de la información, no se vale.