Opinión

Debe haber consecuencias y cambios

Por Ramón de la Peña


Para lo cual les contaré dos historias. La primera tiene que ver con una antigua historia que se contaba allá por San Antonio de las Alazanas.

 

Resulta que un ranchero de ese rumbo se caso con una muchacha de Saltillo y se la llevo de luna de miel a su rancho. Los dos iban a caballo, pero curiosamente el de ella era más brioso de lo esperado, así que después de avanzar como media hora, el caballo tira a la recién casada al suelo.

 

El muchacho la levanta con mucho cuidado, la sube a la silla y se enfrenta al caballo y le dice: me debes una. Siguen avanzando y el caballo vuelve a tirar a la novia al suelo y se vuelve a repetir la misma escena, pero ahora el muchacho le dice al caballo: Me debes dos.

 

Pero la tercera vez que el caballo tira a la recién casada, el muchacho la vuelve a levantar con cuidado, no la sube al caballo, la pone a un lado del camino, saca su pistola y le da un balazo en la cabeza al caballo diciéndole, la tercera es la vencida. Claro la recién casada se indigna con el muchacho, lo enfrenta y lo regaña, el muchacho con toda clama le dice: Me debes una, y ella le responde: Me debes dos, así que trátame bien.

 

La segunda historia tiene que ver con lo que tuvieron que hacer los japoneses para poder tener peces frescos, después que la pesca alrededor de las islas se disminuyo drásticamente. Esta historia nos indica el camino a seguir para enfrentar problemas, especialmente cuando el tedio, el aburrimiento empieza a hacer presa en nuestra organización, en nuestra familia o en nuestra comunidad.

 

La historia se inicia diciéndonos que a los japoneses les encanta el pescado fresco, pero alrededor de su país no existe la producción de peces suficientes, por lo que ellos tuvieron que fabricar barcos más grandes para poder ir más lejos en búsqueda del pescado deseado. Pero pronto se dieron cuenta que la gente no les compraba el pescado porque no estaba fresco.

 

¿Qué decidieron hacer?, instalar congeladores para así poder ir más lejos, por más tiempo y poder conservar a los peces en los congeladores. Pero a los

japoneses les gusta el pescado fresco no el que ha sido congelado, ellos saben distinguir la diferencia de sabor entre el uno y el otro. Como no querían vender su pescado barato, eliminaron los congeladores y pusieron tanques para que los peces capturados pudieran seguir vivos hasta llegar al Japón.

 

Pero los peces se sentían como prisioneros y dejaban de moverse en el tanque lo que hacía que se perdiese consistencia y sabor en el pescado, cosa que notaban los compradores y pagaban menos por el pescado.

 

¿Cómo les pudieron dar a sus clientes lo que querían: pescado con sabor de pescado fresco? Pues pusieron un tiburón pequeño dentro del tanque que mantenía a los pescados en continuo movimiento y muy alertas. Claro que el tiburón se comía algunos pescados, pero el resto llegaba al Japón como ‘Pescado con sabor a pescado fresco’.

 

¿Qué lecciones hay detrás de esta historia? El mensaje nos recomienda: Mete un tiburón cuando el tedio y el aburrimiento empiece a hacer presa de las relaciones con tu pareja, con tu trabajo o con tu vida interior, pues las personas prosperan cuando tienen desafíos importantes.

 

Para lo cual nos recomiendan: 1. Crear o aprovechar una crisis. 2. Propón proyectos creativos e innovadores. 3. Cambia de trabajo o de actividad. 4. Cambia de lugar de residencia 5. Cambia la escuela de tus hijos, mándalos a estudiar fuera. Pero sin olvidar lo que nos dijo Balzac: “En las grandes crisis, el corazón se rompe, se muere o se curte”.