Opinión

Reprimir aleja de la solución

Por Claudia Viveros Lorenzo


Muchos han creído toda su vida que, al reprimir sus emociones, las tienen controladas. Tremendo error. No hay peor acto en contra de nosotros mismos, que querer esconder nuestras emociones, y no hablo solo de querer escondérselas a los demás, sino de intentar auto engañarnos no dando cabida a espacios sanos de duelo, dolor, tristeza o hasta furia.

Tengo a una persona muy querida, a la que siempre que le pregunto ¿Cómo está? Me contesta: ¡Fantastic! (habla poco español), y cuando lo hace, lo que produce en mí, es un sentimiento de gran alerta, porque nadie, nadie puede estar fantástico todo el tiempo. Puedo entender que quizá yo no sea la persona con la que quiera compartir sus emociones, aunque muy en el fondo, a como lo conozco, lo que me rebela, es que definitivamente nunca se lo ha permitido con nadie, se llena de trabajo y busca los escapes que este nuevo siglo nos ha dado a manos llenas: comida, viajes, tecnología, comodidades. Le pongo este ejemplo de mi conocido, pero segura estoy que usted me podría contar también varios.

Poco nos han detenido a pensar en la introspección, y es ahí donde es necesario pararse para gestionar emociones.

¿Se han dado cuenta que siempre que realmente disfrutamos de algo, cerramos los ojos? ¿Sabe porqué lo hacemos? Fácil, porque las alegrías, los placeres, las emociones buenas, siempre las sentimos y concientizamos al interior, y ese ese interior el que necesitamos educar y apapachar todo el tiempo.

Y obvio, ya sé que antes, hemos hablado sobre evitar en la quejadera, (los extremos no son correctos), pero tampoco se trata de, ir por la vida siendo una campanita tintineante de felicidad.

La real y adecuada gestión de emociones, debe dar cabida a entender que no podemos estar en modo felicidad completa todo el tiempo. Parte de la inteligencia emocional, es poder detectar cuando nos sentimos tristes, enojados, ansiosos, malhumorados, o cualquier otro sentimiento negativo que se nos pueda atravesar, y darle la cabida adecuada. Si necesitamos estar solos estarlo, si necesitamos hablarlo con alguien hacerlo, si hay que llorar, llorarlo, o si urgen unos cuantos gritos de desahogo también, porqué no, permitírnoslo. Querer mantener un control robótico nos puede desencadenar trastornos desde mentales hasta físicos que serán muy desfavorables a largo plazo.

Todo aquel que vive reprimiendo se convierte en una tremenda olla exprés, la cual explota por desgracia en los momentos menos adecuados, pues no se ha permitido ir dejando escapar de a poco la presión que tiene dentro.

Dese todo el tiempo del mundo. Todo el que necesite. No tenga pena de sentirse de tal o cual forma, lo que piense el mundo no es cosa suya. Lo importante es usted, nada más que usted y por ello, al tratar de entenderse, de gestionarse sin miedo.

 

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