Opinión

Las reglas de oro

Por Ramón de la Peña


Hace tiempo escuché de un amigo algo que él etiquetó como "las reglas de oro de la gallina" quien, me dijo, las puedes usar como conceptos administrativos en tus clases de planeación. Los ejemplos esotéricos se les quedan muy grabados a los muchachos como aquella plática que nos diste hace tiempo "El infierno, la reencarnación y cosas similares vistas por un ingeniero químico", concluyó mi amigo.
Hoy comparto con ustedes esas "Reglas de oro de la Gallina", empiezo con la primera: 
* La primera regla está relacionada con la promoción: "El chiste de la gallina no es poner el huevo sino cacarearlo". Esta regla es todavía más pertinente en nuestro sistema informativo –televisión, radio, periódicos y revistas– en el que se destaca casi sólo lo malo –le puedes quitar el casi, me dijo mi otro yo, para reflejar mejor la realidad–. Así que, estimado lector, destaquemos también lo bueno que tiene nuestro país. Le aseguro que es mucho. Esto es necesario para estimular y fortalecer nuestra autoestima.
* La segunda regla está relacionada con la productividad: "Gallina que no pone huevos, al caldo". Esta es una regla que no me gusta, sin embargo es la estrategia más usada cuando una organización se ve en problemas económicos –empieza a despedir personal o en la nueva gramática organizacional: empieza a redimensionalizar la organización. A mí me gustaría cambiar la regla por otra que diga: "gallina que no pone huevos a motivarla y mejorarla". Le recuerdo la cultura del "Gung-Ho" (trabajando juntos) que implica promover y lograr que nuestros colaboradores digan: me gusta mucho lo que hago, me dan libertad de hacerlo teniendo como restricción las metas y valores compartidos; y en vez de recibir regaños y presiones recibo reconocimiento por lo que hago bien y apoyo, consejo y entrenamiento en lo que necesito mejorar. Como podrá observar, estimado lector, es un compromiso mutuo de apoyo, lealtad y solidaridad entre todos los que integran una organización: dueños, accionistas y empleados. Recuerde la regla de la reciprocidad: no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti; o mejor, trata a los demás cómo quisieras que te trataran a ti. Sí, pues, "con la vara que midas serás medido".
* La tercera regla está relacionada con la necesidad de conservar la ventaja competitiva de la organización: "No mates a la gallina de los huevos de oro". Le recuerdo, estimado lector, que sus ventajas competitivas más importantes son: lo que sabe, lo que sabe hacer con lo que sabe, sus principios y valores que se reflejan en sus hábitos de comportamiento, sus actitudes y sus experiencias. Recuerde que el mejor mexicano es aquel que posee al mismo tiempo hondas raíces que lo mantienen firme –principios y valores que se reflejan en sus hábitos de comportamiento– y alas fuertes para que alcance las alturas –capaz, trabajador, responsable, innovador y emprendedor.
* La cuarta regla está relacionada con la necesidad de diversificar el riesgo, la cual aplica excelentemente a la hora de tomar decisiones sobre inversiones: "No pongas todos los huevos en una sola canasta". Esta regla aplicada a nuestra vida personal implica no dedicar todas nuestras monedas de tiempo –nuestro tiempo– a una sola actividad, no sólo al trabajo, también hay que dedicarle tiempo a la familia, a los amigos, a nuestro crecimiento personal, a nuestra comunidad. No sólo a estudiar también hay que dedicarle tiempo al deporte, a participar en actividades extraacadémicas, a participar en misiones y en actividades de servicio social comunitario.
* La quinta regla está relacionada con la necesidad de entender ciertas normas de relaciones interpersonales en la organización: "No se te olvide que las gallinas de arriba ensucian a las de abajo". Esta es otra de las reglas que no me gustan –sobre todo si uno es de las gallinas de abajo–. La primera vez que platiqué estas reglas de oro un amigo, me dijo: "Cuestión de no mirar hacia arriba y de usar un paraguas", pero sobre todo me dijo, "el mejor paraguas es trabajar con responsabilidad; con lealtad y con honestidad; y lo que te pongan a hacer, hazlo muy bien y haz un poco más. Pero cuando seas el chipocludo –el jefe mayor– no se te olvide que a la gente hay que escucharla, tratarla bien y motivarla".
Refraseando a Ken Blanchard –en su libro Gung-Ho–. Les diría no olviden que lo peor que le puede pasar a un jefe es que sus colaboradores digan: "Recibo regaños y presiones por lo que hago mal, en vez de recibir reconocimientos por lo que hago bien y apoyo, consejo y entrenamiento por lo que necesito mejorar. Pero, sobre todo, me dije, cuando seas jefe, transforma esta regla a: "No se te olvide que las gallinas de arriba apoyan, motivan y entrenan a las de abajo, y que en vez de dar regaños, dan reconocimientos por lo que éstas hacen bien".
En resumen las cinco reglas de oro de la gallina son las siguientes:
1. Promoción: El chiste de la gallina no es poner el huevo, sino cacarearlo
2. Productividad: Gallina que no pone huevos, al caldo
3. Enfoque estratégico: No mates a la gallina de los huevos de oro
4. Diversificación: No pongas todos los huevos en una sola canasta
5. Congruencia organizacional: No se te olvide que las gallinas de arriba ensucian a las de abajo
Termino con una de las frases de la poesía-canción de León Gieco que me encanta: "Sólo le pido a Dios que la vida no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente".