Opinión

El talentismo: el nuevo capitalismo

Por Roberto Matosas


El mundo gira hoy alrededor del talento. El talento es la fuente de la innovación, el diseño, la eficiencia; en sí, del movimiento. El talento es el objeto y sujeto de la comunicación; es el objeto y sujeto del valor económico. En esta nueva realidad, el talento se establece como factor productivo primordial y deja de ser materia prima.
Pero este nuevo factor productivo —a diferencia del trabajo, la tierra y el capital e incluso de la capacidad empresarial— se refiere a la esencia más íntima y misteriosa de lo humano. Es decir, depende a un mismo tiempo del saber y del poder, pero sobre todo del querer hacer.
Hoy la responsabilidad recae sobre el individuo. Cada uno de nosotros somos ahora responsables de desarrollar y alcanzar nuestro potencial, aunque sabemos también que esta tarea no la podemos hacer solos. Y no, no es que necesitamos de las organizaciones como entes ajenos, sino que necesitamos de otros individuos, que organizados en grupos formales e informales, estables y difusos, comparten objetivos y sobre todo pasiones, nos hacen más humanos y nos permiten alcanzar efectivamente nuestro potencial.
El talento actual plantea el reto de la interdependencia y la integración, para lograr el potencial de las personas a lo largo de distintas generaciones, géneros, gustos y preferencias; a lo largo de distintas organizaciones, en constante competencia y alta exigencia, en distintas locaciones y a distintos tiempos. A este incipiente pero cada vez más acelerado proceso que nos conduce al desarrollo pleno de las capacidades de la persona, le llamamos Human Age.
Pero no todos los individuos y tal vez menos las organizaciones, marchan a la misma velocidad hacia el reconocimiento del pleno potencial de las personas y de cómo lograr que éste sea alcanzado. En distintas geografías y sectores se generan brechas entre el potencial del talento y lo que las organizaciones pueden ofrecer para su desarrollo y aprovechamiento. No todos estamos preparados en la misma medida para aprovechar Human Age.
Es más: como el arribo de esta nueva era es un suceso histórico sin precedentes inmediatos, así también nos encontramos en un camino cuyo destino apenas intuimos, que nadie conoce plenamente, del que nadie puede llamarse a ciencia cierta y al cien por cien, experto.
Aproximaciones, encontramos. La dirección general, la intuimos. Pero no podemos dejar de reconocer que nos hallamos en un camino de incertidumbre, en el que todos debemos aprender de todos si queremos efectivamente aprovechar Human Age. Lo que sí sabemos es que lo más definitoriamente humano radica precisamente en la capacidad para inventar el futuro y crearlo, y en este caso, en unidad.
Cometemos muchos errores. Nos ubicamos en una coyuntura en la que nuestros problemas a veces parecen agigantarse. Hay más personas que nunca antes en la historia y no podemos encontrar el perfil que buscamos. Existen necesidades crecientes en las organizaciones y el desempleo crece también.
Sabemos que no podemos resolver ninguno de nuestros problemas sin mayor eficiencia. Sabemos que no podemos resolver nuestros problemas sin mayor innovación. Para ambas cosas necesitamos talento. Pero fallamos en el aprovechamiento del talento, y fallamos en la capacidad para desarrollarlo.
Por esto es fundamental diagnosticar nuestra capacidad de gestionar el talento: el nuestro propio y el de nuestra organización. Debemos estar conscientes de las acciones necesarias para aprovechar las oportunidades que nos presenta Human Age. No aprovechar estas oportunidades equivale a condenarse uno mismo en la carrera por el desarrollo y el crecimiento.
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