Opinión

Nicolás Maduro y su peor crisis

Por Ricardo Homs


Lo que está sucediendo en Venezuela es una crisis de gobernabilidad por falta de liderazgo del presidente Nicolás Maduro.
Se puede ejercer el poder sin liderazgo, pero ésto vuelve vulnerable a quien lo detenta, porque en estas condiciones es necesario sustentarlo en la represión.
John Kenneth Galbraith, -en su célebre libro Anatomía del Poder-, define tres tipos de poder y empieza por el que ha denominado “condigno”, que se ejerce por medio de la violencia, la represión y el temor. El compensatorio es aquel que se logra siempre y cuando esté de por medio una transacción para lograr subordinación. Para ejercer este segundo tipo es necesario comprar la voluntad de la gente o asegurar que reciba un beneficio.
 Por último el poder condicionado es aquel que se logra a través de la persuasión, el convencimiento o el carisma.
Es innegable que nunca segundas partes fueron mejores y Maduro, -desde que tomó el poder-, ha pretendido gobernar asumiéndose como el heredero designado por Hugo Chávez.
Es innegable que Chávez poseía carisma y a un amplio sector de la población venezolana le simpatizaba por sus “ocurrencias”, lo cual le permitió controlar al país mientras desbarrancaba su economía y pasaba por encima de los derechos del otro sector de la población que lo aborrecía.
Su gran creatividad le permitió crear una cortina de humo de corte populista que utilizaba el patrioterismo para despertar la solidaridad de la gente sencilla de la sociedad venezolana. Sabía mover las fibras sensibles de la gente.
En cambio el pobre Nicolás sin poseer ninguno de los atributos de Chávez, -ni su carisma-, en lugar de crear su propio espacio y su propia identidad, quiso mantenerse en el poder invocando a Chávez convertido en un santo de la religión bolivariana y ahí está su grave error, pues no ha sido suficiente.
Su conversación con el pajarito que según él era el espíritu de Chávez, ha quedado como un símbolo de su obsesiva psicosis. Nicolás necesita echar mano del carisma de su ex jefe reconociendo así carecer él mismo de este atributo y para ello le convierte en motivo de culto.
 
Para gobernar en la era de las redes sociales y la globalización se requiere mucho más que el poder del estado, pues cualquier gobierno se vuelve vulnerable frente al poder de la opinión pública globalizada. Se requiere de un liderazgo fuerte sustentado en la credibilidad y la confianza.
Cuando no hay un liderazgo fuerte y unificador, representativo y legitimado, la gobernabilidad se deteriora y basta una causa social de alto impacto para detonar un conflicto que se sale de control.
El caso de Siria es similar a Venezuela, porque quien hoy gobierna ese país lo recibió de manos de su padre, quien controló dictatorialmente a su pueblo durante 30 años.
No es casual que Bashar al-Assad hubiese enviado el 19 de febrero un telegrama al presidente Nicolás Maduro externándole el apoyo de Siria.
Hoy no se puede gobernar sin el apoyo de la opinión pública a través de un liderazgo eficiente y efectivo sustentado en el convencimiento.
Lo que no sabe Nicolás es que el liderazgo no se hereda, sino que se construye con credibilidad y mucho esfuerzo.
Seguramente los días de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela estén contados.
CARTELERA CINEMATOGRÁFICA
“El lobo de Wall Street”, -película estelarizada por Leonardo de Caprio-, describe la degradación moral de las élites multimillonarias de hoy y el triste destino que les espera.
Cuenta la historia de un joven ejecutivo de una casa de bolsa de Wall Street que con gran ambición, mucho talento y ausencia de ética descubre como engatusar a pequeños ahorradores y para ello crea una pequeña casa de bolsa que se orienta a la clase media baja norteamericana, ávida de multiplicar su dinero.
Este talentoso personaje forma a su primer círculo de colaboradores a los que dirige con gran eficacia, hasta llevar a esta pequeña empresa a manejar cuentas importantes, lo cual le da a él y a su pequeño círculo una considerable fortuna que le permite rodearse de grandes lujos que trastocan su vida emocional y a su familia.
Su jefe en una prestigiada casa de bolsa, -donde se inició en el ámbito profesional-, lo indujo al consumo de drogas, que aunado a su desenfreno sexual y a su nula ética le llevan a la cárcel por defraudar a muchos inversionistas.
Esta película trae significativos mensajes para la gente joven y ambiciosa que quiere amasar grandes fortunas rápido y de manera fácil.
Muy oportuna la aparición de esta trama. Es una de las películas nominadas para los óscares de la Academia de Artes Cinematográficas y Ciencias.