Opinión

¿Democracia imposible?... El reto de la SCJN

Por Ricardo Homs


La decisión que debe tomar la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto a si es de su competencia aceptar la petición de los legisladores del PRD de legalizar la consulta popular respecto a la Reforma Energética, debe sentar un precedente respecto a ¿qué es la democracia?.
¿Será que el modelo democrático significa que algunos ciudadanos tenemos el derecho de intervenir directamente sobre temas importantes para el país e imponer nuestro criterio personal para validar o derogar una ley?... ¿o debemos considerar que simplemente tenemos el derecho de escoger a quienes deben decidir por nosotros?. Ésto significaría que a través del voto electoral les otorgamos un “voto de confianza” para que decidan por nosotros.
Es un hecho contundente que las redes sociales han empoderado a la ciudadanía, pues al bajar el costo del esfuerzo para participar, sólo con dar un “like” de apoyo a un tema o mandar un comentario, -o incluso contestar una encuesta o participar en una consulta pública-, la gente participa más que antes, cuando hasta hace pocos años para hacerlo el ciudadano debía salir a las calles a manifestarse. Hoy se puede participar activamente en la política desde la comodidad del hogar o de la oficina y desde una computadora, o incluso un teléfono celular inteligente con servicio de Internet.
También debemos reconocer que gracias a las tecnologías de la información la gente está más enterada de lo que sucede a su rededor, en tiempo real.
Sin embargo… ¿ésto debe cambiar radicalmente el modo de vivir en democracia?.
Tenemos que aceptar que incluso con todas las facilidades tecnológicas, no tenemos la garantía que toda la gente participe en consultas. Lo harán solamente quienes tienen intereses políticos o hasta económicos en el tema de la consulta. Tampoco toda la gente está capacitada por igual para dar una opinión calificada y muchas veces ni enterada está sobre el tema o éste no le interesa y seguramente dará una respuesta a favor de quienes organizaron la consulta.
¿Con qué calidad de información el ciudadano moldeará su criterio respecto a un tema?. La calidad de la información que reciba, podrá ser el instrumento de la manipulación.
Si una consulta a través de una encuesta puede ser manipulada, entonces consideremos que realizar una consulta en la cual para participar la gente debe salir a llenar una boleta a un lugar específico, es infinitamente más posible que sea manipulada a favor de los organizadores y el resultado no represente estadísticamente el sentir de los mexicanos.
Los riesgos de manipulación son muchos.
En contraste, no deja de ser que el modelo democrático tradicional, en el cual la voluntad popular se manifiesta en su capacidad de decidir quiénes deben representarle en la toma de decisiones legislativas, sigue siendo más representativo.
Los temas que generan políticas públicas cada vez se han vuelto más complejos y más técnicos. Por tanto, es necesario aceptar que las decisiones debe tomarlas quienes realmente tienen información confiable.
El reto está en motivar al ciudadano a ejercer su voto electoral con responsabilidad y después vigilar que su representante realmente tome las decisiones que favorezcan a la colectividad, o sea a su distrito y no a sus intereses personales.
Si los ciudadanos tomamos malas decisiones electorales, -o incluso no votamos-, o vendemos nuestro voto entregando la credencial de elector al mejor postor, o decidimos nuestro voto de forma superficial, entonces pagaremos las consecuencias de nuestra irresponsabilidad ciudadana.
O actuamos como un país de instituciones legalmente constituidas y con representatividad ciudadana, o seguiremos tomando decisiones de “contentillo” con referencias de oídas. Si las consultas públicas se convierten en el nuevo eje del trabajo legislativo y de la gobernabilidad, México continuará rezagado discutiendo nimiedades y subjetividades mientras otros países evolucionan hacia mejores niveles de calidad de vida.
¿Entonces para que tenemos un aparato legislativo muy caro, al cual además del costo operativo del Congreso le sumamos el costo de las campañas electorales y el del mismo IFE e institutos electorales estatales?.
Más barato para el país sería que para tomar decisiones se gaste sólo en encuestas o en consultas ciudadanas y esa sea nuestra interpretación de la democracia.
Los mismos legisladores que piden decida la opinión pública están renunciando a un derecho que está en el ámbito de sus atribuciones, pero también están evadiendo una responsabilidad para la que fueron elegidos por la ciudadanía.
La democracia tiene sus reglas y su sistema operativo y, -o lo aceptamos de forma integral-, o renunciamos a ella y creamos un sistema de gobierno por encuestas que sustituya al poder legislativo y las propuestas las sacamos a través de foros ciudadanos.
Democracia es un sistema que opera siempre con las mismas reglas y no unas veces de un modo y otras de otro.
Lo que no solamente es válido, -sino urgente-, es que los ciudadanos vigilemos de cerca la actuación de los legisladores para asegurarnos de que sus decisiones realmente respondan al compromiso de legislar a favor de lo que sea más conveniente para el país y no a sus propios intereses, -o incluso-, vendiendo sus decisiones a quienes pueden verse favorecidos.
Para tener una democracia real no necesitamos que se gobierne a través de encuestas, foros ni consultas, sino que los ciudadanos no seamos permisivos ante los actos de corrupción de legisladores y además, tomemos en serio ese momento electoral de emitir el voto en busca del legislador que garantice una actuación profesional y honorable.
COMENTARIO AL MARGEN
La violencia en los estadios, sumada a la que se practica en las calles, vinculada a demandas sociales, políticas o sindicales sólo pone en evidencia que la impunidad estimula la agresividad porque se ha perdido el respeto a la autoridad.