Opinión

8:45 a.m.

Por Alejandro Mier


"No somos más que instrumentos del señor"
9:20 PM
Cansada de un largo día de ama de casa en el eterno desdoble femenino en incontables profesiones, Aurora saca la basura y le da de comer a los perros. Para ese momento, desea dejar descansar a la administradora que llevó a hacer las compras del hogar al súper, a la chef que cocinó pierna a la mostaza y a la maestra que por la tarde resolvió las complicadas ecuaciones de la tarea de Josito.
Sirve la cena y deja que la psicóloga que lleva dentro, aminore el estrés de su esposo al escucharlo, callada, en el cotidiano ritual de sus problemas laborales.
9:30 PM
Thomás saca del closet su traje nuevo de “Zegna” y observa en el gran espejo del vestidor que combina prefecto con su corbata “Hugo Boss” y sus mocasines “Ferragamo”.
Hoy es la noche ideal. Se recibe de “prepa”. Esconde su cajetilla de cigarrillos en su calcetín, toma las llaves de su Audi A3 y se lanza rumbo a la conquista del mundo. Sin embargo, antes de salir, sus papás lo interceptan para que brinde con ellos. Son dos caballitos de tequila ni mandados  a hacer. Comienza a sentirse bien.
10:35 PM
Antes de ir a su habitación, Aurora se detiene en la recámara de pedrito para contarle un cuento. El pequeño se acurruca en su pecho y el calor de madre lo reconforta hasta dejarlo casi dormido. Aurora lo tapa con su cobertor del “Hombre Araña”, le da la bendición y con suaves caricias lo va dejando en un barquito de papel que lo conduce al rincón más dulce de los sueños.
Por fin, llega a su cama y se topa con un López Dóriga que, en plena faena noticiosa, también logra dormirla.
11:45 PM
Tras salir de su casa, Thomás hizo la primera parada para pasar por Simón, Edna y Norma, las primas que invitó para tan gran ocasión. Sabe que para vencer su timidez, un “six” de cervezas camineras ayudarán.
La fiesta en el salón empieza a agarrar calor. Thomás cotorrea con Simón y pepe, sus grandes “brothers”; obvio prefieren cenarse un taco de humo que pegarle a la estúpida crema de camarón y el lomo al vino blanco que se engullen Edna y Norma. Aprovechando lo aburrido de la música, se apartan a una mesa en la que para que sus cuates nos los cachen y tengan que compartir, de volada se empinan el pomo de “Don Perignon” que el jefe de Pepe les convido para el festejo. Qué chido.
1:40 AM
Envuelto por la oscuridad de la noche, José abraza a Aurora. Le fascina su piel y no resiste la tentación de deslizar su mano por entre sus abultados muslos. Quiere hacerle el amor pero ella está profundamente dormida.
2:00 AM
Thomás ya es otro. Nunca había bailado como esta vez. Hasta con ritmo se siente y tiene la suficiente fuerza para ignorar a los rucos de los profesores que ya comienzan a mirarlo feo. Tal parece que es momento de que conozcan al nuevo Thomás ¿Qué acaso no es su graduación? Tiene todo el derecho de demostrarles que ya es todo un hombre y que puede beber a sus anchas. No hay razón para ocultar lo tremendamente conquistador que puede ser con un cigarro en la boca.
6:15 AM
Suena el despertador anunciándole a Aurora que es hora de levantar a su perfil de cocinera de comida rápida para preparar el "lunch" de Josito y llevarlo a la primaria.
6:48 AM
Edna deja que los torpes movimientos de Thomás la tomen por la cintura mientras intenta bailar “New York, New York”. “Ya cayó”, piensa él. “Mejor lo dejo que se agarre de mi, sino se cae”, intuye ella.
7:20 AM
Aurora regresa a casa y a toda velocidad despierta a pedrito, lo baña y antes de tomar su auto para conducirlo al Kinder, se las arregla para dejarle el desayuno listo a su esposo.
Despide a pedrito con un beso en la frente y observa, orgullosa, su caminar rumbo al salón de clases.
Es momento de cambiar nuevamente de perfil y decide que su “yo hija” vaya a compartir una taza de café en casa de sus padres.
8:15 AM
Al salir de la fiesta, tiene rato que el día ya se ha despertado. Edna, preocupada, le pide a Simón que maneje porque ya ve muy mal a Thomás. Tras una leve discusión que lo deja de muy mal humor, Simón le arrebata las llaves de su carro y maneja hasta su casa. Al llegar, Thomás no se despide, ni de Edna ni de Norma; sólo deja que se bajen de su Audi A3 para arrancarse a toda velocidad. Afortunadamente debajo del asiento todavía queda una “chela” viva; a duras penas logra destaparla y deja que los ciento ochenta caballos de fuerza de su auto lo hagan sentir poderoso.
8:45 AM
El encontronazo es brutal. El Audi A3 viene a 120 kilómetros por hora cuando cruza la luz roja y al golpear la puerta lateral del Tsuru lo arrastra hasta hacerlo “swandich” contra una casa. Aurora queda prensada con la trompa del auto, literalmente sobre sus piernas. El dolor es muy intenso y grita a todo pulmón por ayuda. Entre el polvo, el mareo y lo viciado del momento, de pronto aparece un joven de traje que se acerca a la ventana y se le queda viendo. “Bendito sea Dios”, piensa, “ya vienen a ayudarme”. Sin embargo, para su sorpresa, Thomás se da la vuelta y simplemente se retira dando tumbos por la acera.
Aurora perdió la pierna y el juicio que entabló contra Thomás.
A Thomás tuvieron que cambiarle el carro, y el juez que le echó la mano ahora luce un elegante portafolio de piel al que tuvo que sustituir los fajos de billete por archivos de casos.
Aurora es posible que se recupere moralmente de la pérdida física de un miembro de su cuerpo.
Thomás lleva clavado en su ser los ojos vidriosos, suplicantes, de la mujer pidiendo ayuda y su cobarde decisión de huir. Él tiene un hoyo negro en su corazón que jamás verá la luz.
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