Opinión

Una centuria de relatos: Gabriel García Márquez

Por Ivonne Moreno


La hipérbole fue un recurso presente en los títulos y en la narrativa del escritor colombiano Gabriel García Márquez, baste alguno de sus títulos: Cien Años de Soledad, El Otoño del Patriarca, El General en su laberinto, El Amor en los Tiempos de Cólera, Nabo el Negro que hizo esperar a los ángeles, Diatriba de amor contra un hombre sensato, luego entonces la primera interrogante como lector ¿quién viviría la soledad por un siglo?

El último descendiente de la familia Buendía condenada en la Tierra, tal como sentencia bíblica.
Lo cual no lleva a las grandes fuentes sagradas y los escritores prestigiados todos abrevan de ellas.
Pero además al leer a García Márquez debemos ubicar sus influencias, pero simultáneamente revalorar otras propuestas narrativas y sopesar la grandeza imaginaria de los antecesores del colombiano, así ubicaríamos a Faulkner, Graham Green y Juan Rulfo, las tragedias griegas como las de Sófocles, entre otros.
Y al unísono re-descubrir el Realismo Mágico, camino empezado en el México posrevolucionario con Juan José Arreola, Juan Rulfo, Elena Garro.
Así nos toparíamos con varios micro-cosmos como Yoknapatawpha de Faulkner, Comala de Rulfo, Santa María de Juan Carlos Onetti y desde luego Macondo.
Macondo, Macondo inspirador de canciones y fantasías relatísticas como las de Mariposas maravillas y los seres con cola de cerda.
En García Márquez tendremos uno más de los representantes de esa realidad alucinada como la de nuestro continente y la manera maravillosa como sorteamos la metafísica y la lógica de un mundo aparentemente atado a Leyes, usos y costumbres.
La narrativa de Gabriel García Márquez es un componente de la extensa prosa de las letras hispanas, leerlo y re-leerlo nos conduce a esa Atlántida de voces y monumentos de torres babélicas donde la Babilonia no es solo Aracataca sino dimensiones de América profunda, grande y lacerada.