Opinión

El verdadero impacto de la Ley Telecom

Por Ricardo Homs


Definitivamente fue hasta que surgió la voz de alerta de que la Ley Telecom impondría restricciones y controles al uso de Internet y las redes sociales, fue que se entrampó la aprobación de las variables secundarias de esta ley y este atorón generó tiempo para crear conciencia de la necesidad de revisar el impacto de ésta en relación con los dos grandes actores estelares de esta ley, las dos cadenas de televisión de cobertura nacional.
Incluso, la rapidez con que desde la presidencia de la república atendieron al clamor popular generó sospechas de que este apartado de esta ley, -o sea lo relativo al Internet-, fuese un distractor para permitir que lo fundamental, -o sea lo relativo a la televisión-, se fuese sigilosamente con una estrategia de flanqueo y pasara sin modificaciones en beneficio de los intereses de los grandes concesionarios que hoy ejercen importante poder político y social.
La cereza del pastel fue descubrir que el principal promotor de que esta ley pasase inmaculada, -tal y como fue planeada-, que es el senador Javier Lozano, estaba comprometido con Televisa pues su esposa Silvana Ponzanelli, -de quien Lozano dice que está separado-, tiene un cargo directivo en esa empresa, según denunciaron la diputada Purificación Carpinteyro y el senador Manuel Bartlett.
Sin embargo, más allá de las formas con que se está negociando la ley reglamentaria en el Congreso de la Unión, -y de los intereses económico que están en juego-, es muy relevante destacar que el impacto mayor de la Ley Telecom es que se otorga un voto de confianza a los concesionarios para la producción de los contenidos de las emisiones, -pues con base a un irrestricto derecho a la libertad de expresión-, ellos pueden generar la programación de contenidos que les venga en gana.
Los contenidos de la TV, la radio, cine e Internet, son hoy los más importantes agentes culturales de un país, por encima del sistema educativo oficial y de los libros, que antes eran los formadores y educadores de niños y adolescentes.
Las nuevas generaciones de mexicanos hoy están formando sus valores morales, sociales, políticos, hábitos y costumbres, -y en resumen su estilo de vida-, en función de las modas que de forma muy seductora muestran los contenidos de los medios de comunicación.
En los años setenta, -del siglo pasado-, principalmente, el tema del impacto de la televisión en la educación de los niños fue ampliamente tratado por los intelectuales de la época, que por razones ideológicas pretendían que los gobiernos impusieran candados al material que se producía, lo cual significaba censura.
Definitivamente no es posible controlar los contenidos sin caer en la práctica de la censura y por tanto es necesario garantizar la libertad de expresión.
Sin embargo, si es posible exigir mayor responsabilidad a los medios de comunicación en el manejo de la calidad de sus contenidos, considerando el impacto que los mensajes tienen en la sociedad.
La calidad de la sociedad que tendremos en el futuro está estrechamente vinculada con la calidad de los contenidos que transmiten los medios masivos de comunicación.
Debemos exigir que los creadores de contenidos de los medios de comunicación sean profesionales no solamente en el ámbito de la producción, -tanto en lo técnico como en lo artístico, que sin duda lo son-, sino que además sean personas de gran perfil humanista, desarrollo cultural y madurez emocional, así como un definitivo compromiso con la sociedad, para que los valores rijan el rumbo de los contenidos y no los intereses económicos que se derivan de la búsqueda frívola del rating, que es lo que hoy determina el valor económico de la venta de publicidad y por derivación, de la rentabilidad económica de estas empresas.
El entretenimiento no está reñido con la calidad, máxime que quienes crean las tendencias sociales, culturales y políticas son precisamente los medios de comunicación.
Culpar a la sociedad porque consume contenidos chatarra, -y por eso merece que se le den productos chatarra-, no es una actitud justa, pues si esto es lo único que se le ofrece, entonces su criterio se circunscribe a lo único que conoce y su gusto se condiciona a ello.
El futuro de México estará determinado en una gran medida por la calidad de los medios masivos de comunicación y por el compromiso social de éstos para con nuestro país y la Ley Telecom debiese dar mayor énfasis a estimular la generación de contenidos de calidad que favorezcan el desarrollo social y económico para garantizar mayor calidad de vida para todos los mexicanos.