Opinión

El que no tiene de Congo, tiene de Canabalí

Por Ivonne Moreno


Eposición plástica en el Museo de la Ciudad
 
Yamilet Valdés Rodríguez llega joven a Veracruz todavía perfumada del mar caribeño de su tierra natal: Cuba.
Atraída desde pequeña por las formas y los colores, a través de la observación de los árboles y las flores, se inicia en la pintura en su añorada isla con Natalia Matium y ya radicada en el puerto con David Castillo y Cecilia Burgos y en el Cevart.
 Continuando su descubrimiento del arte, inicia sus trazos plásticos con una notoria influencia cubista por estilo, pero con el fuerte lazo colorístico del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.
Rostros, perfiles angulosos, conductores de diversas fisonomías Yami nos ofrece seres humanos en la complejidad del amor o de las sentencias más parecidas a éste, donde la rúbrica o punto de fuga es la lucha de cuerpos en sinfonía de pasión, a veces escondida tras muda, por pudor o miedo.
Abocada a la enseñanza de la pintura infantil, la creadora se sigue nutriendo de la didáctica de las Artes Plásticas y se escabulle en la textura delicada de un diente de león, como sentido de pertenencia al viento, aire de trópico de dos paraísos ardientes.
Tal como el poema de Lezama Lima:
Ve al cielo a presumir
Los mastines desvelados
Contra el viento
De un aroma aconsejado
Rueda el cielo
Sobre ese aroma
Agolpado
En las ventanas de una oscura potencia…
Rueda el cielo
Sobre la extraña flor de este cielo
De esta flor, única cárcel corona sin ruido….
 
 
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