Opinión

Abanico Jarocho

Por Ivonne Moreno


Exposición de Bernardo González Peña, Cassandra Roberts, Marina Palencia,Malena Hoyos y Manuel Zardain

¿Cuántas veces hemos visto jarochas, todos los veracruzanos? 
Me parecen en demasiadas ocasiones…. Y a veces de tanto verlas ya ni reparamos en detalles… no obstante no solo representan el símbolo de nuestra mujeres por el traje regional y el fandango, sino todo un sincretismo digno de observar.
El abanico, los collares, los faldones con bellos trabajos de rejilla, el prendedor cuyo remate se da al centro del cubre- blusa todo ello tiene un significado en el atuendo jarocho, tan alabado y famosos desde aquel gran óleo de Alberto Fuster: Mi abuela vestida de Novia.
A partir de ese momento, la JAROCHA toma un camino artístico notable….en música y en poesía también poseen sus estrellas como en las canciones de Agustín Lara y en los versos de Josefa Murillo.
En ABANICO JAROCHO, la pintura a través de la imaginería de Bernardo González Peña, Marina Palencia y Cassandra Roberts toman connotaciones diversas a guisa del gusto y apreciación del más exigente espectador.
De manera similar Malena Hoyos y Manuel Zardain ilustran con figurativismo, una y naif singular, el otro, sus propios signo y secuela jarocha, la alegría del trópico y Caribe trasluce en ambos el atuendo de las mujeres de la Costa.
Bernardo nos llena de color y vivacidad, sus jarochas son sensuales y plenas. Por medio de frutos y agua, el pintor también Diseñador Gráfico, nos convence de su talento de interiorista y decorador. Las Jarochas de Bernardo son para exhibirse en un ágape, donde además de comer con la boca lo aremos con la vista.
 Las jarochas de Marina Palencia son más etéreas, casi intangibles, fantasmales, don el eco de los espíritus de mujeres tlacotalpeñas cuyos cuerpos se niegan a dejar los dones del Papaloapan.
Sus acuarelas nos conminan a la dulzura del pretérito añorado, tan exquisito como el olor de la pasta de guayaba o de las almendras de las ciruelas, perfume escondido en las enagüas de las sotaventinas.
Cassandra Roberts es lúdica en su tratamiento de jarochas, ellas son las niñas con abanico a usarlo como aire-broma, son la inocencia de los primeros romances y la ingenuidad de los primeros usos del traje blanco almidonado.
Este mosaico en Abanico Jarocho nos proporciona un remanso para el calor, nos sopla y sopla la brisa del Golfo en eterno ardid para confabular historias.