Opinión

En plenitud

Por Ramón de la Peña


A partir de agosto pasado, mi esposa tiene el derecho de llamarme "adulto en plenitud o anciano en plenitud", lo que mejor le parezca a ella. ¡Ja!, ¿en plenitud?, brincos dieras, dice mi amigo virtual, Katchumo, el gran gurú de Santa Catarina.
 Pues sí, estimado lector, cumplí 70 años; efectivamente, se me acaba de terminar mi séptima moneda de vida y, de acuerdo con la fábula de las ocho monedas que comente hace tiempo, ya sólo me queda una, así que más vale que las uses sabiamente, me vuelve a recalcar Katchumo.
Hoy aprovecharé la ocasión para compartir con usted diez reflexiones que me han gustado, que he aprendido al paso de mis siete monedas y que he tratado de usar en mi vida personal y profesional.
1. Sin duda, la vida es más bella cuando la puede escribir uno mismo. Para mi la mejor pluma para escribir el libro de nuestra vida es la educación. Una educación que nos transforme en una persona que sabe, que sabe hacer mucho con lo que sabe; que nos induce a actuar de una manera responsable, que nos motiva a trabajar con calidad y perseverancia, que nos permite ser buenos empleados si eso queremos ser o que nos permite crear una empresa y transformarnos en empleadores. Una educación que nos induce a actuar honestamente, con veracidad, tenacidad y respeto por los demás.
2. La vida debe estar llena de una serie de acciones que nos permitan vivir, aprender y dirigirnos en la dirección de nuestros sueños y metas. Desde luego, la gran fuerza impulsora se basa en tres factores clave: querer, saber y perseverar.
3. Si usted es un creyente, entonces su fortaleza interior viene de saber que Dios está y vive en cada ser humano, como dice la sabiduría popular: si esa humanidad muere, entonces Dios dejará de existir. Pero, para mí, Dios dejará de existir si dejamos de actuar de acuerdo con su enseñanza básica: nadie puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama a su prójimo, a quien sí ve.
4. Nuestra vida es finita, así que más vale que usemos nuestro tiempo sabiamente; criticar es muy fácil, pero si eso no va acompañado con soluciones y acciones, con ganas de construir algo nuevo o mejor, entonces la crítica ya no es tan útil. Debe haber un infierno especial para aquellas personas que se dedican a destruir sueños y proyectos; pero sobre todo para aquellas que se dedican a destruir vidas y reputaciones con su crítica o pluma destructiva.
5. Yo creo que a cada quien le dan lo que se merece en esta vida o en la otra. Así que trate bien a sus hijos, a su pareja, a sus colaboradores y a sus amigos. El respeto, la verdad y el amor son los tres elementos clave en el fortalecimiento de las relaciones con las personas con quienes se quiere tener una relación perdurable, valiosa y productiva.
 6. Hay que preocuparse, pero también hay que ocuparse. Cuántas veces hemos escuchado: "Estoy preocupado por la falta de empleo, la inseguridad, el colapso ecológico, la violencia intrafamiliar, la drogadicción en la juventud, el rezago educativo"; ¿y luego?, preguntaría una persona muy cercana a mí. Tenemos que estar del lado de las soluciones, de las acciones, del "déjame ayudarte", del que hace mucho con lo que sabe. Ya hemos pasado mucho tiempo lamentándonos de los problemas, dando excusas, evitando involucrarnos al decir: ésa no es mi bronca, quien debe resolverlo es el Presidente, el Gobernador, el Alcalde o la Divina Providencia. La vida es muy breve para estar sólo quejándose o reflexionando. Efectivamente, nunca alguien sabrá de lo que es capaz hasta que no se involucre y lo intente.
7. Recuerde que quien mira mucho hacia atrás, se tiende a inmovilizar para no chocar. La sabiduría popular dice que "Quien al arar vuelve la vista atrás, torcerá el surco". Efectivamente, la vida la tenemos que vivir viendo hacia delante para no torcer el surco de nuestra vida, para poder estar atento a las oportunidades que nos ofrece la vida. Sólo cuando nos involucramos en el proceso de crear nuestra propia vida es cuando realmente podremos apreciar el resultado de nuestra jornada.
8. El arte de vivir se consolida si se puede hacer algo que sea importante, que nos guste y que además nos paguen bien por ello. Se consolida si se tiene a alguien por quién hacerlo y por quién vivir; si se tiene a alguien con quién compartir la vida; la vida tiene sentido cuando se tiene un sueño por el cual vivir. Si a esto se añade una buena dosis de lectura, de curiosidad, de reflexión, de imaginación, de creatividad, de espíritu emprendedor, de generosidad y de solidaridad con los que menos saben y tienen, cuánto mejor.
9. Hay dos tipos de activos que producen mucha confianza en quien los tiene: los saberes y los ahorros. Si usted los tiene, felicitaciones, nunca tendrá temor a perder un empleo, porque usted podrá decir: yo soy muy valioso porque sé y sé hacer mucho con lo que sé, y además tengo ahorros que me permitirán vivir un buen tiempo sin sobresaltos económicos. Así que prepárese y ahorre. Mi recomendación es que ahorre usted el 20 por ciento de lo que gane, así sea poco o mucho lo que usted gane. El ahorro es un excelente hábito. De las cosas que más recuerdo de mi papá era su hábito del ahorro para los años malos. El nunca fue un empleado; él fue un agricultor muy emprendedor, responsable y trabajador, que sabía que tendría años de abundancia y años de vacas flacas, y que el ahorro era indispensable para sobrellevar los años malos y para tener recursos para dar de comer, vestir y educar a la familia con la que él se responsabilizó como jefe de familia.
10. La vida puede cambiar en un instante, en un instante lo pueden despedir, pueden abrir la frontera a la competencia, en un instante puede tener un accidente, le puede dar un infarto. Vivir una tragedia ayuda a volver a poner las cosas en su correcta perspectiva. Muchas veces es muy doloroso pasar por un instante así pero, si esto ocurre, debemos evitar caer en la cárcel del miedo, de la culpa o del remordimiento. Cuídese, haga ejercicio, trabaje para vivir, no viva sólo para trabajar; recuerde que ningún empleo por más retador, gratificante o motivador sea, compensa perder un hijo, una pareja, una familia o una vida trabajando como borrego, tigre o puma "loco" con el trabajo.