Es loable en un ambiente o debiéramos decir es justo, el retomar la obra poética de salvador Díaz Mirón y no necesariamente por conmemorar su muerte o nacimiento para deleitar los oídos y saber acerca de cómo se maneja el discurso poético en el siglo XIX a raíz del gran éxito de la corriente romántica en el arte.
¿Cómo se articularon la narrativa y la poesía después de la influencia tan fuerte de Víctor Hugo y Lamartine? ¿Cuál fue el legado de Gustavo Adolfo Becker y de las novelas de Chauteubriand y de los ingleses como las hermanas Bronte?
¿Y después del Modernismo y Rubén Darío?
Estas respuestas y otros planteamientos se dirimieron la semana pasada con la presencia de personalidades como Jaime Velázquez, Marcela Prado , Manuel Sol y Miguel Rodríguez Azueta la semana pasada en mesas de conferencia y reflexión del legado diazmironiano en su recinto perteneciente al Ayuntamiento de Veracruz.
Durante tales encuentros revaloramos la obra del ilustre veracruzano y nos percatamos del escaso acercamiento a la misma por cuestiones de composición y uso de vocablos, estos últimos espléndidamente utilizados por el bardo.
Durante los eventos, organizados por la Dirección de Turismo y Cultura, el público una vez más se mostró interesado por la personalidad de Díaz Mirón y una vez más se hizo mención de su temperamento e intereses tanto por la política, Díaz Mirón quiso ser gobernador de Veracruz como de la poesía, sobre todo cuando escribió desde momentos de angustia y gran soledad, debido a sus problemas de reyertas con quienes se abatió o sostuvo duelos, afanes de extrema radicalidad también heredados del Romanticismo.
La poesía de Díaz Mirón es divida por los expertos en su obra en tres periodos y muy alabada en el segundo cuando aparece sus famosas Lascas:
Señor tenme piedad, aunque a ti clame sin fe
Perdona que te niegue o riña
Y al ara tienda con bochorno infame
Vuelvo al antiguo altar. No en vano ciña
Guirnaldas a un león y desparrame
Riego que pueda prosperar tu viña…. 0raciòn del Preso
O esta otra A Ella:
Semejas esculpida en el más fino
Hielo de cumbre sonrojado al beso
Se sol y tiene ánimo travieso
Y eres embriagadora como el vino
Y mientes no imitaste al peregrino
Que cruza un monte de penoso acceso
Y pararse a escuchar con embeleso
Un pájaro que canta en el camino
Obrando como rapaz avieso
Correspondiste con la trampa el trino
Por ver mi pluma y torturarme preso….
O en Ayer, al Anochecer, de sugestivo tono amoroso:
Las sombras descendían, los pájaros callaban
La luna desplegaba su nacarado olán
La noche era de oro, los astros nos miraban
Y el viento nos traía la esencia del galán…
De súbito atraído quizá por una estrella
Volviste al éter puro tu rostro soñador
Y dije a los luceros “verted el cielo en ella”
Y dije a tus pupilas “verted en mí el amor”…
Versos muy trabajado, casi esculpidos a la usanza de un pulido manejo del idioma, heredado del latín y otras romances, ubicadotes del poeta en un Hombre Ilustre.
Así es como podemos re- dimensionar a Díaz Mirón, leyéndolo y comprendiéndolo como un hombre colocado en vorágine de un tiempo de estruendo ideológico en su tierra, en México y en Mundo, ese hoy y siempre es el ave cantora de la rama que cruje pues sabe de su plumaje y alas….