Opinión

Ser mamá

Por Trixia Valle Herrera


Durante años la imagen de la buena madre mexicana, ha sido representada por el estandarte del Seguro Social, es decir, la figura de una madre abrazando con ambas manos a su hijo protegiéndolo del mundo para que no le pasara nada de nada y que se quitaría el pan de la boca para darlo a su hijo. Por supuesto que sabemos que la protección a los hijos, es la labor primordial de una madre y que celosamente vigilará su labor como lo haría una madre leona, tigre, elefante o cualquier otra madre del reino animal: es instinto la protección.

Sin embargo, esta imagen que ahoga, asfixia, controla, renuncia a todo y no deja volar a los niños con sus propias alas, puedes resultar opuesta al propósito original de la madre que es cuidar de sus pequeños. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar porque en México 9 de cada 10 madres trabajan y no tienen tiempo de ser sobreprotectoras. Y no sólo eso, sino que 6 de cada 10 madres son: madre, padre, proveedora, cocinera, lavandera, empleada, educadora, entretenimiento de sus hijos, la que decide… o sea son las únicas responsables del cuidado de sus hijos y no cuentan con apoyo o ayuda de nadie, ni de ningún tipo…. Triste, pero es la realidad.

Por ello, en este mundo, la madre del Seguro Social, sobreprotectora, abnegada y “resolvedora” de problemas de sus hijos, ya no aplica. Esas mamás que piden la tarea de sus hijos en sexto de primaria, que dejan de comprarse zapatos para ir a trabajar con tal que sus hijos tengan un xBox y que en prepa hablan con el director para que sus hijos no se vayan a extraordinario, ya están fuera de todo contexto y realidad del siglo XXI. Hoy un niño de primaria que no puede hacer la tarea solo; un adolescente de secundaria que no puede ser responsable de estudiar; un joven de preparatoria que no es capaz de resolver sus asuntos; sin duda será un mexicano irresponsable que no tiene idea como lidiar con su vida dejando ahora a su madre con el síndrome del nido lleno: ya no se van ni a los 40 años de casa de sus progenitores. ¡Ya no necesitamos más gente que le echa la culpa a los demás de sus problemas! La nueva era nos invita a ser responsables de nuestra vida, de nuestra felicidad y a tomar con ambas manos el timón del barco.

Las nuevas mamás requieren CONFIAR en sus hijos; guiar creyendo en ellos y en su buen tino; estar pendientes pero no sobre de ellos para ver qué hacen; dar las herramientas y dejar que ellos se demuestren a sí mismos que PUEDEN hacerlo solos. Ser una mamá del siglo XXI y es ser un coach que jamás se meterá a jugar las juagadas de sus jugadores (valga la redundancia), que sabe y está consciente que ella ya pasó la primaria, así que no “estamos estudiando”, y comprende que es el hijo/a quien está estudiando. Le queda clarísimo que los hijos desde el preescolar hasta los 60 años tienen tropiezos, que se equivocan, que tienen retos y que así como caen pueden levantarse con el apoyo de una madre presente pero que sabe que cada quien tiene un lugar en este mundo. Recuerda que dar tu experiencia no significa navegar el barco y que cuando te piden direcciones no significa que los lleves.