Opinión

Grabado y pintura en el Museo de la Ciudad

Por Ivonne Moreno


Grabado y pintura: Bernardo  Antonio Pérez y Remigio Barrán en el Museo de la Ciudad

 

Exponer dos técnicas plásticas resulta además de enriquecedor para la vista y el cerebro, una oportunidad de gozar en un espacio comparativo, dos propuestas para  valorar el trabajo de realizadores perfeccionista en sus respectivos campos visuales.

Bernardo Antonio Pérez es grabador por vocación y convencimiento. De artesano del calzado, docente y tallerista en cuanto al manejo del tórculo y sus bondades, el maestro michoacano con años de permanencia  en Veracruz, traza y sigue las novedades de un abstracto recurrente para recrear incluso un posible figurativismo a los alcances de cualquier espectador.

Bernardo insiste en dominio de la postura mecánica   de las presas y  el proceso manual, para enganchar a quienes lo trabajan como alto  medio expresivo para expresar enunciados plásticos originales, dinámicos y versátiles, pues insistimos Bernardo Antonio, combina papel reciclado, pintura, acrílicos y a primera impresión nos oferta una luna, suela de zapatos, cuernos de la abundancia, hojas pero a detalle, todo ello  es una eclosión de colores y formas.

Líneas, yuxtaposición de materiales y    harta imaginación es uno de los fundamentos o debiéramos decir soportes de la hechura compositiva  de Bernardo Antonio Pérez, hombre comprometido con el arte como vínculo de crecimiento espiritual para  retornarle   al quehacer artístico  uno de sus principios, el  acoplamiento con la Naturaleza.

La Pintura es parte de la historia de la cultura humana, ha estado y permanece como contante de comunicación y cimiento de civilización, a veces hasta por instinto la pintura se hace presente como nexo entre emisores y receptores y agente de cambio, en las conductas y en los ideales.

Remigio Barrán forma parte de los integrantes de la pintura a guisa de remanso, de la búsqueda de la soledad como catarsis, de la introyección para seguir viviendo.

Sus paisajes de mar, tienen lo ingenuo (naif) en relación al tratamiento colorístico, pero son  las fases  elocuentes  para la reflexión,  típicos sitios de refugio,  donde desconectar el abatimiento  causado por el    bullicio de los extremos citados, la sofocación de las urbes.

La pintura de Remigio permite pautas a la supresión de la siluetas y el dibujo, con la intención de reafirmar el rojo, el azul, el amarillo a lo Paul Gaugin, como moneda de cambio de los encantos citadinos por  la música del mar y la incomparable sensación  tersura de la arena debajo de los pies.

El plus en cuanto al trabajo de Remigio, persona dedicada a los negocios es el plasmar sus paisajes en bolsos, zapatos, collares, es decir su trabajo de pintura lo convierte en uso y de varios modos el diseño gráfico avala la imaginación de quien convierte la visualidad a lo práctico, como sucede con otros realizadores veracruzanos como Mariana Vilchis, Hilda Verde, Lili Flores y Jorge Rodríguez.

Grabado y pintura son dos aproximaciones a festines de apreciación ocular, dulce como el tañido de flautas, permisibles a encantar a cualquier fauna.

 

Disfrute de estas exposiciones en el Museo de la Ciudad.