Opinión

Nuestros virus malignos

Por Ramón de la Peña


El problema más importante que tenemos en México, me dice un colega rotario del club San Nicolás, es que hemos sido infectados por tres virus malignos: El más importante es la corrupción de autoridades y ciudadanos en sus diferentes roles, misma que se ha consolidado a través de la ilegalidad, la impunidad y la irresponsabilidad; segundo la desarmonía que campea dentro y entre las diferentes organizaciones públicas y particulares. Y tercero la desconfianza que existe entre las personas y las organizaciones, consolidada por la cultura de corrupción y el mal comportamiento humano que existe en nuestro país.
Al escuchar su comentario vino a mi mente una pregunta que me hice hace ya buen tiempo: ¿Qué es lo que hace o distingue a una persona, a una empresa o a una organización?. Dos cosas diría yo: Las decisiones y acciones que tomamos en el buen o en el mal sentido y los límites que nos auto impongamos en ese proceso de tomar decisiones y en el actuar de acuerdo a ellas. Los límites internalizados son los identificadores de cada uno de nosotros, son los que definen nuestro modo de ser, definen quiénes somos y quienes no somos.
Pero nadie nace ya con un proceso mental ya establecido para definir las mejores decisiones y acciones a realizar, tampoco se nace con los límites genéticos que nos controlen. Los expertos resaltan que el proceso educativo y el medio ambiente en el que se nace, los padres, su nivel educativo y económico y su esfuerzo o no en hacernos hombres y mujeres de bien nos afectan mucho para bien o para mal en nuestro proceso de formación y por lo mismo nos recomiendan el establecimiento de límites de comportamiento en la formación y educación de nuestros niños y jóvenes en la familia, en las guarderías y en las escuelas.
Limites que se deben de traducir en hábitos de comportamiento, creando así en ellos una cultura de respeto, honestidad, responsabilidad, veracidad y espíritu de superación, Efectivamente, como diría un buen agricultor, no son los malos hábitos los que ahogan a un buen muchacho, sino la negligencia de los responsables en formarlo como un hombre o una mujer de bien.
Pero por otro lado, como comunidad, debemos de entender y aceptar que una cultura del que tranza no avanza, implica ante todo el respeta a las normas comunitarias que tenemos y por otro lado tener un sistema de justicia que corrija y castigue a quien trate de seguir el camino de “Quien no tranza no avanza”
Yo espero que el nuevo gobierno federal vea como una gran oportunidad el erradicar los virus malignos que nos afectan, que vea la necesidad de transformar nuestro sistema de justicia, pues su actuar se ve lento; opaco; injusto y con errores importantes como los cometidos en la detención de Florenz Cassez, de los once presidentes municipales del "Michoacanazo" detenidos por presuntos vínculos con el crimen organizado, y la detención del General Tomas Ángeles Dauahare acusado de proteger al cártel de los Beltrán Leyva, esto a pesar que la Procuraduría General de la República reconoció ante un juez federal que carece de pruebas que confirmen las declaraciones de los testigos protegidos que incriminaron al General Ángeles.  
Pero por otro lado nosotros debemos comprometernos a evitar dar “mordidas” para lograr lo que no está permitido, a respetar las señales de tránsito, a pagar los impuestos que nos toca pagar, a no tirar la basura en la calle, a no estacionarse en lugares prohibidos, evitar buscar no pagar el consumo de gas, agua y electricidad usando “diablitos” de todo tipo. En fin evitar todo aquello que caracteriza a las comunidades “poco honestas y poco respetuosas de normas y reglamentos”
No caminar por esa senda nos conduce a tener una sociedad caracterizada por tener: Líderes sin valores que son una amenaza para la comunidad y a veces hasta para la humanidad y una gran impunidad, la cual es un excelente combustible y agente multiplicador para la ilegalidad y la corrupción.