Opinión

Para Sancho

Por Ramón de la Peña


Por si alguna vez decide involucrarse en política, le envío la lista de consejos que Don Quijote le da a Sancho antes de que fuera a gobernar la ínsula, en la segunda parte de “El Quijote de la Mancha”. Así se inicia el mensaje que uno de mis primeros exalumnos de ingeniería química en el Tec. Claro, también pueden aplicar a los candidatos o Precandidatos de los diferentes partidos que están queriendo competir para algún puesto de elección popular.
Lo primero que le piden a Sancho es vestirse de una manera apropiada para ser gobernador: “advertid que mañana en ese mismo día habéis de ir al gobierno de la ínsula, y esta tarde os acomodarán del traje conveniente que habéis de llevar y de todas las cosas necesarias a vuestra partida.” Y claro la respuesta de Sancho va por la línea de nuestra sabiduría popular –aunque la mona se vista de seda, mona se queda– al decir: “Vístanme como quisieren, que de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza”. Aunque le responden con otra máxima popular –El habito no hace al monje, pero como lo ayuda–, al decir: Así es verdad –dijo el duque–, pero los trajes se han de acomodar con el oficio o dignidad que se profesa, que no sería bien que un jurisperito se vistiese como soldado, ni un soldado como un sacerdote. Vos, Sancho, iréis vestido parte de letrado y parte de capitán, porque en la ínsula que os doy tanto son menester las armas como las letras.”
Este mensaje refleja algo muy importante que todo funcionario o jefe debería de nunca olvidar: el respeto que se le debe de tener al puesto, a la organización en la que trabajamos y a las personas que están involucradas en nuestra organización.
Pero en eso llega Don Quijote con intención de aconsejarle cómo se había de comportar en su oficio. Sus consejos los inicia con su definición de los que es involucrarse en política, al decirle: “escúchame pues yo te puedo guiar y encaminar a seguro puerto de este mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones”.
¿Qué le recomienda Don Quijote a Sancho, o bien que les recomendaría ahora a los candidatos a algún puesto de elección popular? Antes que todo les recomendaría temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada. Como ve estimado lector, el saber y saber hacer mucho con lo que se sabe es muy importante, sobre todo cuando en ese hacer esta la mejora y cambio de nuestra comunidad
Segundo, les recomendaría no olvidar quiénes son y de dónde vienen: “has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.” Que excelente manera de decir cuidado con el efecto corruptivo de la fama y de los cantos de las Hecates, esas brujas del Macbeth de Shakespeare que tanto daño le hicieron al hacerle perder piso y engolosinarlo con la búsqueda del poder aun a costa de la vida de los demás.
Tercero, les recomendaría no olvidar su origen: “la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres –que no sientes vergüenza–, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.”
Cuarto, les recomendaría no envidiar la alcurnia de los demás, pues les diría: “si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que [de] padres y abuelos tienen príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista –se adquiere–, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”. El crecimiento y las virtudes personales pueden valer más, mucho más, que el dinero y la fama de padres y abuelos.
Quinto, les recomendaría aplicar la justicia con sensibilidad y sin arbitrariedad: “Nunca te guíes por la ley del encaje –nunca juzgues con arbitrariedad–. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones –las alegaciones– del rico. Y que buen mensaje les mandaría al hablar de justicia con equidad: “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva –del soborno–, sino con el de la misericordia.”
Sexto, les recomendaría nunca perder la objetividad al atender los asuntos del estado: “Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso… Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.”
También les recordaría que lo cortes no quita lo valiente, al decir: “Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.” Esto aplica también en las relaciones con nuestros colegas, amigos y familiares.
Terminaría Don Quijote diciéndoles lo siguiente, apunta mi exalumno: “Si estos preceptos y estas reglas siguen, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible… vivirás en paz… y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte… y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos –tus tataranietos–.”. Que excelente manera de terminar una vida plena.
Desde luego, estimado lector, esto no sólo aplica a la tarea de gobernar, también pueden aplicar muchos de estos conceptos como guías para nuestra vida personal, familiar, comunitaria y profesional.