Opinión

Reducir dependencia

Por Roberto Matosas


Formas de reducir nuestra dependencia de las grandes empresas

 

Quizá les haya pasado alguna vez que se han sentido tentados de tomar medidas para reducir el consumo o hacerlo más responsable. Es también bastante probable que, una vez puestos manos a la obra, se hayan sentido algo frustrados al darse cuenta de que no es tan fácil como parece. Las grandes multinacionales parecen invadirlo todo y hay algunos servicios en el que nuestras opciones son bien limitadas, como a la hora de contratar proveedores de internet y telefonía, seguros, etc. Además, es cierto que los artículos respetuosos con el medio ambiente y los productos de comercio justo y sostenible son, a veces, bastante más caros que los comercializados por las marcas más importantes.
Sin embargo, no hace falta mudarse al campo y cultivar nuestra propia comida para dejar de depender de las grandes multinacionales (aunque es una idea fantástica). Elegir lo más sano para nosotros y nuestra familia, así como educar a quienes nos rodean en la idea de que tenemos el poder sobre aquello que alimenta no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente, resulta muy importante.
Esta es una pequeña selección de ideas que pueden servir de inspiración a quienes sientan que quieren cambiar algo en la forma en que consumen. No hay por qué seguirlas todas, no hay por qué seguir ninguna. Son sólo una muestra de que los consumidores tenemos la capacidad de elegir.
Si a alguien se le ocurre alguna más, que la añada en los comentarios. Cualquier idea es bienvenida.
1. Utiliza tu poder de compra (efectivamente, es un poder que tenemos) como una declaración de principios: compra en las tiendas locales, de forma ética y con moderación. La clave está en preguntarse “¿Qué es lo que realmente necesito?”
2. Deshazte de la televisión. Verás como aumenta tu creatividad, tu productividad, tu imaginación y tu tiempo libre.
3. Fabrica tus propios productos en la medida de lo posible. Este punto abarca desde la comida de cada día (para evitar las comidas preparadas y la comida rápida) a los productos de limpieza (hay montones de recetas en internet para fabricarlos de forma casera) o incluso muebles y objetos para el hogar (el bricolaje es una actividad muy gratificante y creativa).
4. Utiliza la bicicleta o muévete en transporte público.
5. Consume productos estacionales y no envasados. Cuando compres cualquier producto, considera cuál ha sido su vida: ¿quién lo pensó?, ¿quién lo hizo?, ¿cuánto viajó hasta llegar a tus manos? Quizá te decantes alguna vez por un producto que se escapa un poco de tu presupuesto, pero en ese caso sabrás a quién estás apoyando con tu dinero y quizá valga la pena.
6. Consume productos de segunda mano.
7. Repara tus objetos antiguos. Anímate a coser agujeros en la ropa y calcetas, a reemplazar botones perdidos y teñir camisetas que ya no te pones. Descubrirás lo satisfactorio que puede ser y ahorrarás dinero.
8. Cambia tu lenguaje. Nombra los objetos, no la marca. Por ejemplo, yogurt en lugar de Danone o servilleta en lugar de Kleenex. Las palabras son muy poderosas.
9. Elige negocios independientes frente a grandes cadenas. Estarás contribuyendo a la activación del comercio local.
10. Haz uso de los espacios públicos y visita museos, bibliotecas, hemerotecas…
11. Reduce tus posesiones, sé minimalista. Verás el placer que se siente al liberarte de todo aquello que no necesitas. Es como si la limpieza y el orden exterior tuvieran el mismo efecto en nuestro interior; a menos objetos a nuestro alrededor más claridad de ideas y paz interior.
12. No llevar ropa con logos cosidos en ella. No siempre es fácil (especialmente cuando se trata de calzado), pero si lo pensamos detenidamente, les hacemos publicidad de forma gratuita a montones de grandes marcas. No somos peronas-anuncio.
13. No tires la comida, compártela o guárdala para el día siguiente. Si ves que algo se va a echar a perder porque no lo vas a consumir, ofrécelo a un vecino. Además de aprovechar los alimentos ganarás un amigo.