Opinión

¿Jóvenes inocentes?

Por Trixia Valle Herrera


 

El pasado 26 de septiembre, causó conmoción mundial la noticia de los 43 jóvenes desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero. Existen muchas suposiciones y rumores sobre lo sucedido, sin saber en verdad lo que ocurrió. De hecho, no creo que nadie, más que ellos mismos pudiera explicar lo que sucedió y POR QUÉ SUCEDIÓ…

Sin embargo, comparto con ustedes lo que yo viví hace exactamente un año cuando tuve la suerte de ir a una gira por el Estado de Guerrero organizada por DIF Estatal y el Instituto Guerrerense de la Juventud, y entre los municipios visitados, estuve en Iguala. Esta historia no pretende ser una sentencia, sino una opinión respecto al ambiente que se permeaba desde entonces entre los jóvenes igualenses.

El evento, convocado por las autoridades estatales, fue poco apoyado por los directivos de las muchas escuelas que participaron, entre ellas la Normal. Al llegar al lugar, ubicado en una cancha techada de básquetbol, entre los más de 2000 jóvenes asistentes, se sentía en el aire una total anarquía. Los maestros trataban de poner orden, los directivos de plano ni fueron y el gobierno municipal ni siquiera figuró, demostrando así el poco interés en las decisiones estatales. En pocas palabras, los alumnos eran quienes decidían y mandaban ese día, y muchos otros -según me comentaron las autoridades- y NADIE los podía controlar. Al comenzar el acto protocolario, ninguno tuvo el respeto de guardar silencio, dichas conductas estaban alentadas por tres jóvenes que claramente eran los líderes y secundadas por otros 30 que fungían como sus ayudantes repartidos estratégicamente entre el auditorio.

Al término de las palabras del Secretario, fue mi turno para comenzar la conferencia y decidí poner orden: separé a hombres de un lado y mujeres del otro para poder quitar el coto de poder que se vivenciaba. De esta manera, logré capturar su atención e hice a los líderes participar de diversas dinámicas. El resultado fue que por más de cuarenta minutos prevaleció el orden. Fue entonces cuando llegaron otros cabecillas y con una seña, antes de terminar el evento, hicieron que TODO el auditorio saliera en ese momento. Fue una manera de decirle a las autoridades que ellos estaban a cargo o al menos para mí el mensaje fue muy claro.

¿Qué tiene que ver todo esto con los desaparecidos? Bueno, en principio hemos logrado percibir que los “bullys” o agresores de las escuelas tienen un gran potencial para la delincuencia organizada, y al ser detectados, algunos de ellos se vuelven parte de estas mafias dentro de las escuelas. Por supuesto que parte de su labor consiste en debilitar la autoridad escolar e ir imprimiendo su propia ley de sometimiento y maltrato, utilizada para sus fines. A los delincuentes les conviene que las escuelas se vuelvan la “tierra de nadie” ya que para nadie será noticia saber que el consumo de estupefacientes comienza cada vez a más temprana edad y muchas veces las sustancias son adquiridas por medio de las escuelas. Es un mercado gigantesco y los bullys parecen ser las personas idóneas para establecer mafias internas.

Lo mencionado anteriormente, es un aspecto poco hablado sobre los peligros del bullying y por ello es tan importante erradicarlo para evitar que la delincuencia controle hasta las escuelas de nuestro país. Además de que luego se dice que estudiantes fueron desaparecidos cuando se puede tratar de “ajustes de cuentas” entre bandas de delincuentes o jóvenes utilizados para manipular. Lo que es un hecho es que los jóvenes requieren cuidar quienes los influencian y por qué; y sus padres cuidar de qué movimientos siguen sus hijos, ya que sin pensarlo podrían estar siendo usados como carne de cañón y que estos levantamientos de jóvenes que comenzamos a ver en Iguala, el DF y otros lugares no vayan a ser el comienzo de un sangriento 68.