Opinión

Nuestra democracia clientelar

Por Ricardo Homs


Lo que nos está quedando claro, es que muchas movilizaciones callejeras y supuestos movimientos sociales, están siendo manipuladas con fines políticos, para capitalizar el descontento social a favor de los intereses de partidos y candidatos.

Después de participar en la VI Cumbre mundial de Comunicación política que se llevó a cabo del 04 al 06 de diciembre pasado en la ciudad de México, las experiencias relatadas por consultores políticos de otros países, nos alertan de fenómenos sociales y políticos que ya han sucedido en otras partes del mundo y nosotros aún no los identificamos en toda su magnitud.

Nos debe quedar claro que en la política tradicional y cotidiana, -esa que ya no debemos permitir que siga existiendo-, hay sujetos que se autonombran luchadores sociales y que se adjudican una representación popular que nadie les ha legitimado y con ello se ponen al servicio de quien mejor les pague sus servicios.

De esta forma es que muchas manifestaciones callejeras están conformadas por gente en posición vulnerable económicamente, que por $100 al día, más la torta y el refresco más transporte, toman control de una calle, sin siquiera saber cuál es la causa social por la que supuestamente luchan.

Este modelo democrático, -en el cual el ciudadano sólo ejerce sus derechos votando en las elecciones para decidir quién le representará en todas las acciones ciudadanas-, es obsoleto pues no cabe duda de que quien nos representa, siempre pretende utilizar nuestra representación en su beneficio personal. Además existe el riesgo de que muchos "vivales" asuman ante las autoridades gubernamentales nuestra representación sin nuestro consentimiento, incluso contraponiéndose a nuestros propios valores, opiniones y deseos. Secuestran nuestro derecho a opinar y lo hacen para conseguir su propio beneficio.

Sin embargo, hoy la tecnología nos brinda la oportunidad de rescatar nuestro derecho a representarnos nosotros mismos.

Las redes sociales nos dan la oportunidad de prescindir de representantes ajenos y cada uno de nosotros podamos actuar directamente, confrontando nosotros mismos a las autoridades, manifestando de forma directa nuestros deseos, expectativas y exigir el derecho de participar directamente con estas autoridades en la toma de decisiones de gobierno importantes.

Hoy tenemos la oportunidad de co-gobernar con las autoridades a través de las redes sociales.

Existe el paradigma de que las redes sociales sólo operan en los segmentos de población educados y con alta escolaridad.

Durante su  conferencia en esta Cumbre de Comunicación Política, la consultora mexicana Gisela Rubach mostró una lámina en la cual queda claro que en México, hoy, -en 2014-, existen 42 millones de cuentas de Twitter y que el 44 % de ellas son trolls, o sea cuentas ficticias que se utilizan con fines políticos. También mostraba que Facebook en México hoy cuenta con 56 millones de cuentas, pero el 33 % de ellas están inactivas.

Sin embargo, lo más revelador de esta información que exhibió Gisela es que los mexicanos hoy utilizamos las redes sociales en el 50% de los casos para transmitir frases de superación personal, el 30% para temas sexuales y el 20% para temas varios.

Estos datos nos enfrentan a una lamentable realidad: los mexicanos usamos equivocadamente esta importante herramienta de participación social que en muchos países ha logrado convertirse en un instrumento de participación ciudadana para exigir derechos políticos en un contexto democrático. Los mexicanos las utilizamos de forma frívola e irresponsable, lo cual refleja una inmadurez ciudadana.

A su vez, el consultor político colombiano Jorge Aguilera nos dio a conocer en su conferencia el modo en que el sector campesino de Colombia utilizó las redes sociales como medio de expresión política para sustentar el "paro nacional agrario" que en 2013 logró confrontar al gobierno del presidente de la república Juan Manuel Santos, hasta obligarlo a aceptar las condiciones que los campesinos exigían.

Este movimiento campesino demostró que un segmento social calificado tradicionalmente como poco educado y por tanto incapaz de utilizar correctamente la tecnología, se capacitó en el manejo de teléfonos celulares y smartphones y un alto número de campesinos hizo el esfuerzo económico para adquirir un aparato para así poder manifestar públicamente, -en redes sociales-,  de forma directa y sin intermediarios, sus propias exigencias.

Incluso con la cámara fotográfica de los smartphones documentaron los intentos gubernamentales de reprimir policialmente este movimiento y compartieron esas imágenes en las redes sociales con gran éxito, pues lograron poner al gobierno de la república a negociar sus demandas.

Esta experiencia política de Colombia nos indica que si en México lográsemos capacitar tecnológicamente a los segmentos más populares de nuestra población y hubiese un programa para promover el uso de estas herramientas tecnológicas, -así como exigir a las compañías telefónicas señal gratuita de Wi-Fi   en lugares públicos de todo nuestro territorio-, lograríamos deshacernos de los nefastos líderes políticos que hoy manipulan a su conveniencia movimientos que se presentan a sí mismos como ciudadanos.

Apoyados en redes sociales los ciudadanos se representarían de forma directa a sí mismos y participarían en la vida política y gubernamental presionando a las autoridades en la toma de decisiones.

Definitivamente las redes sociales y la tecnología representan el futuro de la participación ciudadana en la política y las actividades gubernamentales, de forma madura y contundente.

Romperíamos los sistemas políticos "clientelares" que hasta hoy han sido la base de la manipulación política de este país, pues capitaliza las necesidades básicas de los segmentos más vulnerables de México.

Sustituiríamos la democracia representativa de la "torta y el refresco", y daríamos voz a las auténticas mayorías ciudadanas, que hoy permanecen mudas y anónimas.

Sería el cambio político más radical que podamos hacer.

Por lo anterior, la Reforma de Telecomunicaciones es tan importante para el desarrollo de nuestro país y debiésemos exigir que se convierta en el instrumento de desarrollo de estas nuevas tecnologías.

Sin embargo, lo que sí podemos hacer cada uno de nosotros es hacer labor cotidiana en nuestro ámbito social para capacitar tecnológicamente y en el uso de redes sociales, -a quienes nos rodean- y además promover el uso responsable y maduro de estas herramientas tecnológicas.