Opinión

La leyenda de Zianya, cuento de Elena Franco

Por Ivonne Moreno


Cuentos, leyendas, magia, finales inesperados todo en producto de la imaginación humana nos lleva a las reflexiones de lo cruel o bello de la vida, cuando la naturaleza nos ilumina o colma de sinsabores.

Elena Franco abraza  hoy el género de la inventiva con la recurrencia de clásica de los mitos: el bien y el mal en plena lucha.

Una niña sus deseos: Zianya,  una familia los Tico, un amigo excepcional Iztmín, la antípoda de Zianya,  Yáoltl y los Otonqui, enmarcan en la atmósfera muy mexicana de los alebrijes (invención de Pedro Linares) un trama no privativo del encanto de las leyendas de la Selva Negra (Grimm) de los castillos europeos ( Perrault) o de los Escandinavia ( Andersen) o de las tradiciones orales  prehispánicas o del Popol Vuh.

Cuando pareciera todo ya escrito sobre cuentos infantiles, hay algo refrescante,  (la Leyenda de Zianya) y   los deseos de recuperar el hilo narrativo, preponderante de la fantasía más allá del… erase se una vez.

Hoy nos concita Elena Franco y su cuento, Zianya una niña alebrije y el poder de la agudeza como tema de central de lección de vida.

Recordemos leer fortalece y nos sensibiliza, nos abre posibilidades de ser un humano diferente.

Asimismo  recuperamos (o por lo menos se intenta) los  valores en un marco donde la violencia se ha permitido la sorna de soslayar el abandono  de la lectura  como punto de unión entre cercanos y ajenos.

Plausible el esfuerzo de Elena, un logro la publicación de La Leyenda de Zianya y  aciertos en re-plantar la inmortalidad como peldaño de superación a la muerte.

Muchos días de estos, donde el marco de diciembre sea profundo en reflexión y vínculo de alteridad, como el culto a la Tonanzin- Guadalupe y de  la luz estelar de un niño nacido en Lejano Oriente.