Opinión

Gonzalo Calvo, plástica con sabor a lejano oriente

Por Ivonne Moreno


 

En la Sala Presidentes del Club de Leones

Pintar acción relajante, subjetiva. El hombre ha pintado por años, fue una de sus primeras manifestaciones y recuentos de la realidad.

Desde la cavernas hasta hoy siglo XXI y  en este terreno hay teóricos o expertos en arte quienes afirman “la pintura ha muerto” pero la plástica sigue de pie y oferta alternativas interesantes.

Una de ellas es el repaso por la historia, por tierras lejanas, por civilizaciones místicas como Japón y sus tradiciones.

Gonzalo Calvo es uno de estos pintores detallistas, observadores de lo trascendente en el hombre y por ello en esta ocasión se acerca al país del Sol Naciente, sus geishas, los luchadores de zumo, la ceremonia del té.

Las preguntas nos asaltan ¿por qué volver a un tema tratado por la mima plástica japonesa? ¿Admiración a  Hakousai a Utamaro?

Respuestas muchas pero mirar su obra es lo más  importante para tratar de aclarar tales dudas.

Gonzalo Calvo ha sido cauto en la pintura y logra progresos. Su pintura es hasta ahora una propuesta cuidada en fondo, su temas son ecuánimes,  convidad paz, sosiego.

Su pintura, en una primera etapa  es el reflejo de la  continuidad de los almuerzos, de los descansos después de un paseo, de las caminatas en veredas, bañadas como un  impresionismo tardío de sol y  de  brisa dulce y salada, de mujeres y niños  cubiertos de luz amarillo ocre.

Ahora en “Una ventana China” y “Nostalgia de Portugal”, retornan los rostros de mujeres,  lo agradable de los jardines, los casi murmullos agua,  y ahora estampas niponas nos aproximan a los haikús de Basho…

Las olas me atraen

A la playa del norte

Conchas y pétalos

Sin olvidarnos de su apego al color, pensamos en esta obra como una aproximación a los buenos ratos, a la vida, como oda a la alegría…como escribiera  Octavio Paz en otro

Haikú

Sobre la arena

Escritura de pájaros

Memoria del viento

Pues su  giro pictórico va en sintonía de los colores tenues como romance, como en otro haikú de  Jorge Luis Borges

Esta es la mano

Que alguna vez tocaba

Tu cabellera

La brevedad del haikú y su liviandad son semejantes a lo expresado en los tratamientos plásticos de  Gonzalo Calvo en su obra, remanso con posibilidad de dicha prolongado en escenas de suaves pinceladas y transparentes fondos.