Opinión

La celebración del 6 de enero

Por Ricardo Cañas


Una de las fechas más esperadas por  todos  los niños – al menos  los  mexicanos-  es  justamente  el 6 de enero, quizá  el único día  que se  levantan temprano  sin  quejarse y correr al  arbolito navideño  o a la  sala  de  la casa  para ver “lo que les  trajeron los  Reyes  Magos”,   en varios países y en el nuestro se  acostumbra en este día  regalar algo a los  niños que se portaron bien todo el año y que en base a ello  días antes redactan una carta solicitando lo que  quieren y que  colocan  bajo  el árbol de navidad o amarran a un globo que  sueltan al aire y que  llegara  a manos de los “Reyes Magos”.  Estos  regalos  consisten  regularmente  en juguetes y por la  noche  ya en familia se parte  la tradicional Rosca de Reyes  acompañada  de un rico, calientito y espumoso  chocolate, que por cierto,  este  último es  la aportación netamente  mexicana   que hace  complemento ideal a la  rosca,  que por dentro  deberá llevar uno o  varios “muñequitos”   que a  quien le toque  deberá poner los  tamales y el convite para el día  2 de  febrero de “La Candelaria” y levantar  al “Niño Dios”   del pesebre,  finalizando las   fiestas relacionadas  con la  Navidad.

¿QUIENES  ERAN LOS  REYES  MAGOS?

 El inevitable paso del  tiempo  va  eliminando o transformando  todo lo que  conocemos tanto en  materia  como en información,  esto le ha  pasado también a  los  famosos  Reyes  Magos que en el inicio de su historia no se mencionaban  ni que fueran tres  ni que  fueran reyes, es más, los armenios hablaban de doce personajes. Inicialmente los Reyes  Magos   tienen  su  fundamento escrito  en el Evangelio según San Mateo 2, 1-11  que menciona:

“Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: ¿dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.

Al oír esto, el Rey Herodes se puso muy preocupado; entonces llamó a Pontífices y Escribas (que eran los que conocían las escrituras) y les preguntó el lugar del nacimiento del Mesías, del Salvador que el pueblo judío esperaba hacía mucho tiempo.

Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el Profeta…”

Entonces Herodes, llamando aparte a los magos, los envió a la ciudad de Belén y les dijo: Vayan e infórmense muy bien sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo, los  magos se marcharon y la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que fue a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño, al ver la estrella, sintieron una gran alegría,  entraron al pesebre y vieron al niño con María su madre, se hincaron  ante  él y lo adoraron;  le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego, habiendo sido avisados en sueños que no volvieran a Herodes, (pues él quería buscar al Niño para matarlo), regresaron a sus lejanas  tierras por otros caminos.”

 Estos famosos “Magos de Oriente” que fueron a Belén a adorar a Jesús, no eran Reyes ni eran tres, y ni siquiera viajaban en dromedario, sino que todas estas singularidades les fueron atribuidas en interpretaciones teológicas posteriores al evangelio de  San Mateo y  se limita a consignar que «unos magos que venían del Oriente», sin especificar cuántos, se presentaron en Jerusalén conducidos por una estrella, que señalaba el nacimiento del Rey de los Judíos. Se puede considerar que el término «mago», San Mateo se refería a astrólogos o sacerdotes persas que profesaban el mazdeísmo, la religión de Zaratustra,  especifica también que los magos ofrecieron al niño Jesús como presentes oro, incienso y mirra. A partir de aquí el número de tres magos se fija bastante rápidamente dado que se hace una relación entre el número de regalos y el número de mago. No obstante, hasta entrado el siglo V, en algunos escritos seguían hablando aún de cuatro magos. El primero que convirtió en Reyes a los magos fue Tertuliano, quien descubrió en el Antiguo Testamento, concretamente en los Salmos de David, un pasaje que aseguraba que unos Reyes acudirían a ver al Mesías poco después de su nacimiento. El tratamiento de Reyes era mucho más aceptable para los teólogos que el de Magos que se asociaba con nigromantes o brujos.

San Agustín, por su parte, determinó que los Reyes habían llegado hasta Belén montados en dromedarios para salvar una incongruencia temporal. Según la tradición cristiana occidental, la estrella subió al cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los Reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época. Ante esta contradicción, y haciéndose eco de un evangelio apócrifo que aseguraba que los Magos viajaron en camellos, San Agustín dedujo que los Reyes debieron montar en dromedarios porque él era africano y sabía que eran más veloces que los camellos hoy en día  tanto ha cambiado esto que hasta se ve que  uno  de ellos va acaballo,  otro en  elefante y otro en camello y hasta  con los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar.  Finalmente los  tres Magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se convierte en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas: hay un europeo, un asiático y un africano,  a partir, del siglo XII y XIII, se coloca ya habitualmente un mago  de aspecto negroide.

Melchor entrega la mirra. La mirra es una sustancia rojiza aromática que es común en medio oriente y Somalia. Era muy valorada en la antigüedad para la elaboración de perfumes. La mirra es el símbolo del hombre, representa la humanidad de Jesús.

Gaspar entrega el incienso. El incienso es una preparación de resinas aromáticas vegetales, a las que se añaden aceites de forma que al arder desprenda un humo fragante y un olor característico. El incienso en el símbolo de Dios, representa la divinidad de Jesús.

Baltasar entrega el oro, el más precioso de los metales. El Oro es el símbolo del Rey, representa que Jesús es Rey del Universo, nuestro verdadero Rey.

La descripción de los tres reyes magos fue hecha en el siglo XIV por un monje benedictino, Beda, que los describió en un códice:

Melchor (Magalath), anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color, procedente de Europa;

Gaspar (Galgalath), el más joven y rubio de los Tres Reyes Magos, procedente de Asia

Baltazar(Serakin), de raza negra, procedente de África.

EL ORIGEN DE LA ROSCA DE REYES

La tradicional “Rosca de  Reyes”  quizá debería  llamarse  “Rosca de Inocentes” pues   esta  ligada a la famosa “matanza de los Inocentes”  y  no a la llegada  de los  Reyes  Magos para  adornar  al Niño Dios, ya que después de que los Reyes adoraron a Jesús, un ángel les avisó que no regresaran con el  rey  Herodes y ellos regresaron por otro camino. Herodes al enterarse que había nacido el Rey que todos esperaban, tuvo miedo de perder su trono y poder, pero  como no sabía exactamente  quién era ese  niño  entonces ordenó matar a todos los niños menores de dos años entre los cuales se encontraría dicho Rey.

La Sagrada Familia huyó a Egipto y el niño Dios se salvó, otras familias escondieron a los bebés en tinajas de harina y así no fueron vistos y salvaron sus vidas. Desde entonces, los judíos comían pan ázimo (pan que se elabora sin levadura consiste en una masa mezcla de harina de algún cereal con agua, a la que se le puede añadir sal y regularmente es plano como una  tortilla) el 6 de enero en el que escondían un muñeco de barro recordando este acontecimiento. Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de Rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto, como higos, dátiles y algunas nueces.

EL SIMBOLO DE LA ROSCA

Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo que nos impiden encontrar a Jesús. Algunas otras  hipótesis  señalan  que  desde tiempos  inmemorables algunas  culturas tenían estas  celebraciones de comer un pan en forma de rosca simbolizando una corona adornado con frutas  secas que representan las gemas  del mismo,  el “muñequito” escondido dentro de la rosca, simboliza al Niño Jesús al cual buscaba  Herodes para  matarlo, por eso  a quien parta una porción de la misma  deberá  revisarla para ver  si lo trae.  Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América  durante  la colonización donde hasta nuestros  días   ha quedado perfectamente  arraigado, motivo de  reunión familiar, de amigos  o compañeros de  trabajo.

En México, el que encuentra el muñequito de la rosca se convierte en el centro de la fiesta: se le pone una corona hecha de cartón y cubierta de papel dorado y se le da el nombramiento de “padrino del Niño Jesús”. El padrino deberá vestir con ropas nuevas a la imagen del Niño Jesús del nacimiento y presentarlo en la Iglesia el día 2 de Febrero, día de la Candelaria. Después hará una fiesta con tamales y atole.

La Adoración de  Los  Reyes  Magos de  Rubens.

 

La  tradicional  Rosca de  Reyes  con  chocolate  mexicano.

 

El niño  dentro de  la  Rosca.

 

Pan  Azimo,  sin levadura  como se comía  hace  2000  años.

 

Herodes  el  grande  y su corona.