Opinión

Charlie Hebdo... De la tragedia al negocio

Por Ricardo Homs


 

De una expresión humorística sobre Mahoma surgió una tragedia: el asesinato de doce personas, entre cartonistas de esta revista semanal francesa, pero también miembros de seguridad y después otras víctimas en otros atentados derivados de este hecho.

El periodismo cada vez más se convierte en muchas regiones del mundo en una profesión de riesgo, amenazada por quienes quieren dominar a los demás a través del miedo.

Se movilizó Europa en apoyo al semanario. Hubo manifestaciones en honor de estas víctimas de la intolerancia criminal y en gran parte del mundo nos sentimos en duelo compartiendo el rechazo a este atentado a la libertad de expresión. Esta es la primera parte de esta historia.

Lo que siguió después por parte de este semanario, -con una nueva publicación, provocativa, repitiendo nuevamente la ofensa a Mahoma-, ya debe ser interpretado de forma diferente.

El periodismo debe despertar conciencias, -que es una de sus misiones-, e incluso denunciar atrocidades que se derivan del fundamentalismo religioso-, pero también hay límites y debe haber un sentido de responsabilidad social de quienes tienen el poder de crear fenómenos de opinión pública.

La amenaza de más muertes por parte de Al Qaeda, -o sea agresión terrorista contra gente inocente-, exige cautela y respuestas inteligentes.

La manifestación callejera de la comunidad islámica fundamentalista en Londres, -en contra de Charlie Hebdo-, nos define el tamaño del riesgo de confrontación que puede derivarse de estas provocaciones periodísticas.

Las pancartas y consignas de tipo terrorista, nos muestra que el conflicto no sólo es ideológico, sino de violencia extrema con riesgo de muerte.

La confrontación que desde hace muchos años existe en Medio oriente, puede llegar… -si no es que ya llegó-, a Europa y no como una confrontación militar, sino terrorista, donde las víctimas son ciudadanos comunes, entre las que puede haber niños y mujeres.

La actitud de esta revista está poniendo en riesgo la paz mundial y podría empujar a una confrontación de violencia extrema.

Además, es un insulto a la comunidad musulmana de todo el mundo, a gente pacífica que es violentada en sus creencias religiosas por los cartonistas de este semanario. No todos los musulmanes son terroristas, debe quedar claro.

Desde un semanario también se puede hacer terrorismo intelectual cuando se agrede a un tercero.

Si las dos últimas guerras mundiales fueron provocadas por intereses políticos e ideológicos y tuvieron funestas consecuencias para millones de familias, una confrontación terrorista con origen religioso, puede ser aún más violenta.

Las guerras de tipo militar tienen cierto código de valores que exige respetar a la población civil. Una guerra con fines políticos se da en el ámbito castrense y es controlada.

En contraste, una guerra religiosa, -con la pasión que despierta-, y manejada con estrategias terroristas, puede ser infinitamente más cruel e impredecible, con el costo directo sobre la población civil.

Henri Roussel, -cofundador de Charlie Hebdo-, publicó una carta expresando su desacuerdo con la actitud de este semanario, por provocar a los fundamentalistas islámicos.

Roussel expresó en una entrevista a CNN que Charbonnier, -el director de este semanario y también víctima de este atentado-, era brillante pero necio y dio a conocer que en 2011 ya había hecho un primer intento de satirizar a Mahoma y por ello las oficinas de la revista fueron quemadas.

¿Libertad de expresión o terrorismo periodístico?... es lo que debemos preguntarnos respecto de la actitud actual de cartonistas y directivos de Charlie Hebdo después del atentado a sus oficinas.

Burlarse de las creencias religiosas de otras culturas ¿no es una manifestación característica de la intolerancia y hasta de discriminación?

Los intereses comerciales están haciendo perder la cordura a quienes dirigen este semanario, -pues con la actitud de víctimas-, están capitalizando comercialmente un hecho funesto.

Dar a conocer globalmente un semanario que tenía circulación sólo en Francia, -el cual pasó en una semana de tener un tiraje de 60,000 ejemplares hasta lograr en su siguiente edición siete millones-, no es cualquier cosa. La fama y el dinero corrompen los valores éticos.

Si hay nuevos atentados, ¿serán responsabilidad de este semanario las nuevas muertes?

¿Hasta dónde llega el derecho de expresión?... ¿Se justifica que un semanario meta a un país en una guerra terrorista?

El tema ético con respecto a los medios de comunicación es sumamente serio por sus repercusiones políticas, como en este caso concreto.

No al terrorismo violento que ejecutan los grupos armados islámicos fundamentalistas, pero también un rechazo enérgico al terrorismo periodístico y provocador que hoy ha asumido la revista Charlie Hebdo, que puede desencadenar un conflicto religioso que puede dejar muchas muertes en el futuro.

Por favor no sigamos victimizando y apoyando a quienes están capitalizando comercialmente una provocación que puede salirse de control y generar violencia innecesaria.

Para exigir respeto a nuestras creencias, nosotros debemos respetar las ajenas.