Opinión

Exterminio 1.6 (Capítulo cuarto)

Por Alejandro Mier


Capítulo cuarto

Oswaldo Ornelas, tras escuchar por la radio que el Secretario Particular, Adriano Pompozzi, declaraba que el Presidente Tourant Le Marc lo había expulsado de la Cumbre Mundial "SOS Planeta Tierra" debido a sus inconcebibles y atroces propuestas, sonrió un tanto ensimismado. Estaba cierto de que no había tiempo que perder, así que alcanzó a Marian en las inmediaciones de las tiendas de alta moda de Rue du Faubourg-Saint-Honoré. Marian podía pasar semanas enteras sin probar bocado con tal de medirse cada uno de los modelo de los sastres más célebres. Hasta el momento, Oswaldo se había encargado de mantener a Marian en lo que él llamaba "la feliz burbuja de la ignorancia". Era su regalo para ella, darle el mayor número de días de paz, pero el tiempo había llegado a su fin.?

-Reina, -le dijo tomando sus dos manos y envolviendo en ellas una pequeña llave de oro con una dirección grabada. -Es un refugio. Sólo muy pocas personas tienen acceso a él. Por favor, vete hoy mismo. Ahí espérame, pronto te alcanzaré.

Esta vez Marian no le brindó una sonrisa; su desolado semblante nuevamente era el de una pequeña; el de una niña aterida de espanto a quien le arrebataban a su padre.

Al verla alejarse en la limusina, Oswaldo quiso gritarle que jamás dejara de pensar en sus palabras del día de ayer, para él también sería la mayor felicidad el poder procrear vida juntos, pero ya no lo hizo y sin fuerzas se dejó caer de rodillas sobre la acera. Por entre sus dedos se filtraban lágrimas: por Marian, por el mundo, por su próxima misión.

Durante los siguientes días todo fue caos y muerte en el Planeta Tierra. Los mares, parecían albercas infinitas desbordadas sobre las ciudades; devastaban todo a su paso cobrando millones de víctimas. Los volcanes hacían lo propio en Indonesia y las imágenes satelitales mostraban al mundo lo que figuraba una letal fiesta de fuegos artificiales que anunciara, -o despidiera como muchos predecían-, el fin de nuestros días.

Tal pareciera que el descontrol de la naturaleza había desatado también la furia humana y bastó tan solo que el imperio comandado por Lemarc derribara un par de aviones comerciales brasileños y uno uruguayo, haciéndoles creer que los culpables habían sido ellos mismos, para desatar una guerra más entre todos los países sudamericanos.

Los augurios de Ornelas se estaban haciendo realidad a pasos agigantados. Era como si tuviera control sobre el futuro. Le Marc, al principio, le había cuestionado algunos asesinatos que le parecían inexplicables como el caso de un padre de familia canadiense cuya persecución por las fuerzas especiales había requerido de una gran inversión en tiempo, dinero e inteligencia militar. Seguía desde las colosales pantallas de su bunker la persecución y justo en el momento de su captura, antes de ser ejecutado, Le Marc le telefoneo a Oswaldo.?

-Sr. Ornelas, ¿está usted seguro de lo que hace? ¿Por qué tanto interés en liquidar a un solo hombre si lo que buscamos es la exterminación masiva? Además, Smith, el hombre que tienen detenido es un comerciante muy conocido en su comunidad, posee una modesta tienda de abrigos, su familia es muy querida en esa región... no me gustaría que nuestro acuerdo exceda lo establecido, recuerde usted que...?

Las palabras de Le Marc fueron interrumpidas por una serie de imágenes donde se veía a Smith, quizá 15 años más joven, matando focas a palazos con total saña. Un acto repugnante del cual, por si fuera poco, disfrutaba lanzando al aire sonoras carcajadas.?

-Esos fueron tan sólo sus comienzos, Sr. Presidente, actualmente Smith encabeza la banda de traficantes de pieles y animales exóticos más grande de Norte América.?

-Qué no quede ni uno solo de esos miserables, Ornelas. Adelante, -ordenó Le Marc retirándose de la sala del bunker.

Por otro lado, aunque las notas eran escasamente cubiertas y no le otorgaban espacios importantes en los medios, comenzaron a darse casos sumamente extraños: motines en reclusorios pereciendo prácticamente todos los reos; incendios en hospitales psiquiátricos; una trifulca en un estadio de fútbol Inglés acabó con la vida de 110 mil personas; colonias enteras que sin motivo aparente quedaban aplastadas al desbordarse barrancas o ríos; interminables asesinatos en barrios populares; el retiro permanente de ayuda humanitaria a millones y millones de países pobres que morirían de hambre y sed irremediablemente durante los siguientes días.

Apenas dos semanas más tarde, Tourant Le Marc, observaba la excepcional vista del Paris antiguo desde su enorme ventanal, cuando Pompozzi entró a su oficina.?

-Señor, alguien le envió un obsequio, -comentó depositando en su mano una pequeña caja de fina madera. Nuestros expertos ya la analizaron, no hay ningún riesgo, puede abrirla con tranquilidad.?

Le Marc rompió el sello de seguridad y extrajo de ella un "Cohiba Behike". Mientras comenzaba a extasiarse con su aroma, despegó con delicadeza el anillo de la etiqueta, detrás de él se podía leer: Exterminio 1,4. Ornelas, ayudado de los desastres naturales, había aniquilado 2 mil millones de personas antes del tiempo establecido.

Le Marc se sentó complacido en su sofá "Maine de Natuzzi", reclinó el respaldo y sobando el delicado ante marrón del descansa brazos, se dispuso a hacer una siesta.

 

A cientos de kilómetros de distancia, el Presidente del bloque Hindú compartía en los aposentos de su castillo uno de sus juegos eróticos predilectos con tres de sus damas cuando fue interrumpido por su hombre de confianza. Ambos sabían que eso podría causarle la pena de muerte si el caso no lo ameritaba, así que el Presidente se aproximó a la sala y dijo sobriamente:?

-Te escucho.?

-Su alteza, ¡nuestro pueblo ha sido traicionado! ¡Mire esto! -Punzó, arrojando varios diarios sobre la mesa.

-Llevo días siguiendo con todo detenimiento cada nota de la prensa internacional. Observe las que aparentan ser las más insignificantes, las de la parte posterior del periódico. ¿Lo ve? ¡Derrumbes! ¡Incendios¡ ¡Motines! Y así continua la lista, hasta el desplegado de hoy por la mañana en la que explotó un ducto de petróleo acabando con una aldea completa situada a cuarenta minutos de este mismo lugar... ?

Estupefacto, el Presidente alcanzó a pronunciar en voz muy baja, -Ornelas...?

-¡Claro! ¿Quién más podría estar detrás de todo esto??

-¡De inmediato! Convoque con total discreción a nuestros bloques aliados, vamos a tomar cartas en el asunto. Y escúcheme bien, si el Presidente Mundial, Tourant Le Marc, tiene conocimiento de las acciones de Ornelas, lo pagará con su vida, puede estar seguro...

Continuará...

andares69@yahoo.com.mx