Opinión

Lo importante

Por Trixia Valle Herrera


La vida moderna con facilidad crea la tendencia del “corre, corre”… Apúrate o no llegas, te van a ganar, ya no va a haber tal o cuál producto, se acaba la promoción, el tráfico que quita el tiempo y un sinfín de pensamientos y cosas que nos quitan la tranquilidad y nos meten en la ola del “corre, corre” como si la vida dependiera de ello. Así nos sumergimos en uno de los dos males de nuestro tiempo que es LA PRISA, ese sentimiento de no alcanzar o de estar perdiéndonos de algo vital que pone los nervios de punta a cualquiera y evita de disfrutar cualquier momento.

El segundo mal de nuestro tiempo es LA VANIDAD, esa necesidad de saber lo que piensan los demás sobre nosotros y que se potencializa a través de todos los “quitatiempo”. ¿Qué son los quitatiempo? Todos los aparatejos modernos como ipad, iphone, ipod touch, smatphone, laptops, tablets y computadoras que transmiten a libre demanda el espejito moderno que conforman las redes sociales y que nos dicen -en pocas palabras- si gustamos o no a los demás. Nos exponen qué tan popular es lo que comentamos y que tan feliz es en resumen nuestra vida a ojos de otros. A pesar de ser un hermoso halago que a cualquiera gusta, se corre el riesgo de convertir en obsesión el mirar este espejito moderno donde vemos a nuestro ego reflejarse y engrandecerse ante cada like.

Siendo así, las familias están sufriendo de soledad, de falta de comunicación, de muestras de afecto y aprobación, pues cada quien anda en su “rollo” y poco tiempo queda para alimentar lo verdaderamente importante, que es el lazo y la identidad que da el pertenecer a una familia con unos valores y una convivencia compartida, que llena la vida de momentos y crea LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE.

No obstante que todos sabemos qué es lo importante, es fácil caer en la vorágine de la modernidad donde lo urgente es lo importante. Y ¿qué es lo urgente? Una llamada de teléfono, la entrega de un reporte de trabajo, la visita de negocios, una cita para un cliente… todo lo que tiene que ver con los demás. De esta manera es sencillo que lo cercano, los de confianza, los de casa, se queden esperando “un minutito” a que nos desocupemos o terminemos de mandar un mail y posponemos el juego de turista, la salida al jardín, el contar un cuento, para un mejor momento mañana, porque hoy ya no fue posible y de todos modos pues viven juntos y están a la mano.

Se pasan los días, los meses, los años, los niños crecen esperando su cuento; los jóvenes ansiando tener “esa plática” con sus papás; los abuelos acomodando las cartas para el torneo de “canasta” que nunca llega; los padres planeando las vacaciones en familia “anheladas” para las que nunca alcanza el presupuesto y se quedan en espera para el próximo año. Un buen día la vida dice FIN y pone tras ella un punto final, sin que nadie pueda comprar un mañana ni esperar un minuto. Ese final que nos espera a todos -en el momento menos planeado- es definitivo y nos lleva a recordar que jamás hay que dejar lo importante por lo urgente, la familia por la gente y el ahora por un mañana que tal vez jamás llegará.

Momentos, recuerdos, instantes, minutos, periodos, memorias, evocaciones, remembranzas, soplos fugaces y efemérides vertiginosos son lo que conforma la vida. Esto es el gran legado que dejaremos a cada persona que adornó con su amor nuestro paso por esta tierra, a quienes siempre queda bien agradecer y dejar una herencia de tiempo, hacer millonarios de amor y de abrazos pues es lo único que nos llevaremos al final.