Opinión

Auschwitz y la memoria histórica

Por Ricardo Homs


Los acontecimientos de gran significación humana, -como es la conmemoración del 70 aniversario de la liberación de Auschwitz-, tienen entre otros objetivos, dejar una enseñanza para las generaciones posteriores, como la nuestra.

Auschwitz nos recuerda que la barbarie está presente en el mundo contemporáneo y se puede originar a partir de ideas provocativas que seducen a unos y los demás festejan.

Las ideas irreverentes de unos, pasan al mundo real y terminan provocando las tragedias de otros.

Detrás de la aberración que supuso la existencia del campo de concentración de Auschwitz, estuvo todo un planteamiento ideológico creado por Adolfo Hitler para sustentar un modelo étnico que justificaba que la raza aria, -a la que pertenecen los alemanes-, esté por encima de otras etnias y religiones, como la judía y quienes pertenecen a la raza predominante, se tomen el derecho incluso de exterminar a las que ellos consideran inferiores.

Hoy gente inteligente y muy respetable intelectualmente, -tanto en México como en otros países-, que ha salido en defensa del derecho a satirizar las creencias de otros, -e incluso blasfemar contra figuras religiosas-, como ha sucedido con la actitud frívola de la revista Charlie Hebdo en contra de las religiones, entre las cuales destacan no sólo las portadas que ridiculizan a Mahoma, sino también aquellas donde se ridiculiza a Jesucristo, la virgen María dando a luz a Jesús y exhibida en forma procaz, otra en que se burlan de Dios, del papa Benedito XVI y otros personajes religiosos así como políticos.

Si bien el ataque terrorista contra la revista es algo concluido, -e incluso los directivos de ese semanario han anunciado que posponen temporalmente la edición del próximo número-, este acontecimiento de alto impacto ha puesto sobre la mesa un debate sobre el derecho a informar por parte de unos y los modos en que este derecho puede ser ejercido, desde el punto de vista ético.

El derecho a blasfemar que ha sido mencionado por intelectuales recientemente, -seguramente por no haber profundizado en sus implicaciones-, no es sino una agresión selectiva hacia grupos vulnerables.

¿Por qué sólo se ridiculiza a algunas comunidades pero a otras no?. Con toda seguridad porque son vulnerables y su respuesta a los improperios no implica riesgos graves.

Si el derecho a burlarse debiese ser abierto a todos los sectores, entonces no existiría la CONAPRED, -que es el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación-, el cual depende de la SEGOB. Burlarse de un grupo étnico, de los discapacitados, o de alguien de orientación sexual diferente, puede llevar a un medio de comunicación a enfrentar un proceso legal. Sin embargo, nadie cuestiona este derecho de la CONAPRED de proteger a los vulnerables.

Pero en contraste cualquiera hoy se puede burlar de religiones públicamente y hasta blasfemar. ¿Es lógico entonces reclamar el derecho de burlarse de las creencias espirituales ajenas?.

Hay grupos étnicos hoy muy poderosos contra los que no hay el mínimo intento de burla.

En Europa se pueden burlar de los islámicos, pero no de los israelitas. En Estados Unidos hablar de modo ofensivo de la gente de color en un medio de comunicación podría generar una demanda judicial.

Tratar de forma ofensiva a la comunidad lésbico-gay puede generar un grave problema para un medio de comunicación.

Por tanto, este derecho a blasfemar y ofender, es selectivo y siempre contra grupos en desventaja. Burlarse de la religión católica y hacerlo de modo muy ofensivo la han hecho intelectuales y artistas porque se sabe que no hay consecuencias.

La ética desde el punto de vista editorial es un tema que debe ser abordado con urgencia para definir parámetros que sirvan de referencia a los medios de comunicación y delimiten derechos y responsabilidades de los informadores.

El mundo ha cambiado drásticamente a partir de la globalización y ésto no tiene más de 20 años. Sin embargo, aún no se ha dimensionado su impacto en todos los ámbitos de la sociedad.

La información, -de cualquier tipo-, dejó de ser local para convertirse en global. Lo que publique un periódico de un pequeño pueblo, podría dar la vuelta al mundo si alguien del público la considera relevante y la sube a las redes sociales.

De que el manejo de la información por parte de los medios de comunicación implica responsabilidades, considero que es un planteamiento de sentido común.

Sin embargo, hay quienes hoy manejan información de alto impacto con total frivolidad y lo mismo la utilizan para favorecer intereses propios, o de aquellos a quienes les interesa beneficiar.

A través del manejo doloso de la información pública se puede destruir la reputación de alguien, su credibilidad e incluso, crearle infundios que le generen implicaciones legales.

Un golpe mediático bien dado, puede ser demoledor para la reputación de alguien aunque luego se rectifique su inocencia.

En las campañas electorales el manejo doloso de la información hoy se ha vuelto cotidiano y pronto lo veremos cuando inicie el proceso 2015.

El derecho de expresión de ningún modo debe ser censurado, pero sí debe haber un parámetro de referencia ético para que quienes manejan información desde una perspectiva profesional, identifiquen por sí mismos sus responsabilidades en el ámbito moral y la sociedad sea quien les evalúe su credibilidad.

Hoy la ética es por tanto, un tema fundamental en México para rescatar la credibilidad pública.